Reacciones divididas generó ayer temprano el vocero de Southern Perú, Julio Morriberón, cuando “anunció” que su representada cancelaba la participación en el proyecto Tía María, en la provincia de Islay, Arequipa, versión desmentida horas después por la ministra de Energía y Minas, Rosa María Ortiz, tras conversar con el presidente de la empresa, Óscar González Rocha.

Son cinco días de protesta que cumple parte de la población del valle de Tambo (donde tiene previsto ejecutarse el proyecto cuprífero con una inversión de al menos 1400 millones de dólares, además de generar más de 3500 puestos de trabajo en la instalación de la planta y 600 estables cuando se inicien las operaciones) y que tiene paralizada la provincia, mientras que otros lugareños se muestran a favor del desarrollo de Tía María.

Los dirigentes que promueven la protesta, apenas conocieron la supuesta “cancelación” de Tía María, se alegraron al considerar que sus demandas fueron argumento para adoptar tal medida, mientras que el Gobierno, informado de la decisión de Southern, buscó aclarar con la empresa lo ocurrido, que respondió que sí seguía.

El anuncio del vocero de la minera, informando de la posible “cancelación”, puede ser considerado un desliz; sin embargo, es necesario conocer qué pasó antes y después del cambio de mensaje.

Esta ligereza puede ahondar la tensión existente en la zona, razón por la cual el Gobierno tiene que estar atento (con labores de inteligencia) para buscar la tranquilidad antes de que la protesta se descontrole y después lamentemos hechos que pudieron ser prevenidos. 

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