La señora Lucrecia -Quecha- Albán Cardoza es uno de los personajes más queridos no sólo del barrio sur de la tradicional gallinacería, sino de toda la bohemía piurana. Ella no canta, ni baila, ni hace poesía pero sin embargo es un personaje singular pues posee la más alegre y al mismo tiempo dicharachera y a veces hasta mordaz prosa que brota natural y que muchas generaciones de piuranos que la hemos escuchado, llevamos siempre grabada como símbolo del dicho y la sentencia popular.
Doña Lucrecia aplica todos los piuranismos habidos o inventados por ella misma acompañados de su peculiar entonación, a los acontecimientos del día a día entre las mesas de sus complacidos y asiduos clientes allá en Junín cuadra 13, los que con una sonrisa permanente le escuchan y muchas veces le buscan la boca para que al contestar les haga morir de risa con su natural ingenio, pues toditas las tiene en la punta de la lengua.
A sus 94 años la Quecha, nuestra querida tía Quecha, muestra tal vitalidad física y agilidad mental que nos parece estar conversando con la misma de siempre, sin muchas veces pensar que los tiempos terminan y ella siendo un emblema de la piuranidad, jamás ha sido reconocida, ni mencionada y menos homenajeada en los corrillos oficiales, a pesar de ser sin duda la verdadera embajadora de la tradición y de la bohemia piurana, merecedora de todos los lauros que los piuranos "muerde vidrio" sí le brindamos en silencio.
La casa de las Quechas está a media cuadra de la avenida Bolognesi. Allá por los años 60 cuando el fútbol amateur se disputaba ardoroso y nos daba lauros a nivel internacional como los campeones bolivarianos del 61, los fanáticos y los propios jugadores tenían, después de los partidos, como principal punto de reunión donde las Quechas. Ya en copas, casi siempre se terminaba discutiendo entre los del Liberal o del Estrella Roja.
También los mangaches del Escudero o los apitucados del Grau. Algunas veces se armaban broncas por lo que algún insidioso rebautizó el lugar como "La Casa de la Serial", en alusión a las series de cowboyadas y catchascan que pasaban en el cine todos los domingos. De esa época hicieron historia el Congo García, Pata de mula Quezada, toditos los Mendoza, el Diablo Burgos y su compadre El Turco Rodrich, el Serrano Neyra, el Pabudo Trelles, los caballos Castro, Huevoepava Sánchez, Pipo el zapatero, los farfanes del liberal, los hermanos choqueco y Hermes Salazar, el recordado Meche Olivares.
De otra generación el trompudo Carlos García y Quique Camacho eran grandes jugadores pero también los más respetados tromperos. Nunca faltó la muchachada de la Unidad Vecinal como el ´Tiri y el Gori Montero, "Dios Baco" Córdova, los Pastor, toditos los Delly. Es así que se podría afirmar que aquel que en Piura no haya pasado por donde las Quechas no es piurano de a de veras.
Campeona para dar cuenta de quién le preguntaran con pelos y señales, defectos y vicios incluidos. Le encanta llamar a la gente por su sobrenombre y/o defectos, como el Tuerto Darío, el zambo Benites o el Cojo López y la Rata Rentería. Sin olvidar sus compadres el maricón Gilberto y el maricón José. Los estilistas Betino, Lala, Gino, Chesco, la Mona, la Peche, Claudio y muchos otros fueron asiduos clientes.
Desmenuzaba al cliente nuevo con la primera conversación, mejor que el más pintado psicólogo. Ya sabía de qué calaña moral era y también si era buena paga o "velón" es decir iba de gorra. Sabía quién era el que paraba la mesa, y cuando algún velón se ponía airoso en seguida lo bajaba con "Shhh, los velones son de palo". También te medía pidiendo que le cambien un billete grande. Si no tenían emplazaba a viva voz a una de sus hijas: "Viole. A mi compadre cóbrale por adelantado que está misio" en seguida la risotada general y un dulce bochorno para los implicados.
Jamás se le escuchó contar un chiste, todas las gracias las fabricaba en cada uno de sus comentarios sobre cualesquier tema. "Quecha ya te cayó la Sunat por acá? -le preguntaron en la época en que el ente recaudador daba con palo. -"¿La sunaaa?, esa mañosa ha de ser nueva porque por acá todavía no ha llegado".
La bohemia piurana le debe un homenaje a esta preclara mujer, curadora natural del piuranismo y embajadora de la amistad, por ello lo pediremos oficialmente a través de un memorial que seguramente será bien atendido por Mónica Zapata, nuestra señora alcaldesa.

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