El Congreso se dedica al bowling ministerial. Rechazaron darle la confianza al ministro de Economía, Alfredo Thorne. Con su renuncia ya van cuatro bajas en el primer gabinete de PPK, y dos en espera, listos para caer si así lo decide la poderosa tienda naranja.Todo esto está tensando en exceso el clima político. Si el Congreso, sin hacer caer dos gabinetes -como dice la Constitución-, sigue eliminando ministros algo importante tendrá que hacer PPK para cambiar las sombrías perspectivas sobre el resto de su gobierno.Todavía faltan cuatro años y el desgaste es impresionante. Al terminar el primer año deberá recomponer su gabinete y, como lo han recomendado todos los analistas, le corresponde buscar más políticos de raza y menos tecnócratas que no dan fuego; y, por supuesto, le toca ignorar a los extremistas que le recomiendan como muestra de su fuerza presidencial disolver el Congreso para ingresar a una vorágine de pronóstico reservado.Pero también los fujimoristas necesitan reflexión, pues todo su poder hasta ahora no exhibe resultados ante sus electores, salvo que crean que el número de ministros caídos significa un aporte al país. Lo cierto es que las exigencias de la población son muchas, el desencanto es importante y la deslegitimación acelerada. Gobierno y oposición necesitan de un acuerdo programático para navegar el corto y el largo plazo, independientemente de las escaramuzas coyunturales. En especial el Ejecutivo requiere de un gabinete de ancha base. PPK ya tuvo la oportunidad de convocar a un gabinete de unidad nacional, cuando el desastre del norte, pero no lo hizo. Los peruanos siguen esperando. Quieren gobernabilidad y apoyarían cualquier gesto presidencial de amplitud. Sería una excelente forma de empezar el segundo año pensando en todo lo que falta y en las promesas electorales que aún esperan y que son muchas.