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PPK echa a andar una estrategia para salvar una credibilidad herida de muerte. El escenario de esta contraofensiva fue, esta semana, Ancón. Posó con Martincito y Mechita, para decir que hay “un equipo unido”. Sin embargo, según fuentes privilegiadas, Vizcarra se sintió usado para una foto en la que sus anteojos negros y su rostro adusto llamaron la atención. La bronca entre los vicepresidentes es irreconciliable y se habría acentuado luego de que, en redes y corrillos, surgieron imputaciones con lo de la “adenda Vizcarra”; para tirarle el muerto de Chinchero y anularlo políticamente. Y es que Mechita consideraría seriamente suceder a PPK. Vizcarra tendría un acuerdo con el keikismo, que le daría cierta estabilidad sin interpelaciones ni censuras para que termine su mandato el 2021. No obstante, PPK dará batalla hasta el final. De allí el anuncio populistoide del sueldo mínimo. Una movida que le da oxígeno hasta la cita con la comisión “Lava Jato” en la que su defensor volverá a ser Alberto Borea, con Pedro Cateriano como su “asesor externo”. Fuerza Popular cuenta los votos en la pizarra ante los insistentes rumores de otro desbande de hasta 15 congresistas, si los keikistas se la juegan por la vacancia, aliándose a la izquierda sin poner en la balanza que son sus enemigos políticos por tradición. La cosa está para cualquiera. Aunque siempre diré que esta bronca lo que hace es tenernos en ascuas y con el país paralizado. Lo más inteligente para acabar con esta turbulencia es que PPK renuncie, pero eso no ocurrirá. Abróchense los cinturones, pues se viene una guerra con consecuencias descomunales.