Para los peruanos en general, incluso para los que nunca votamos por él, es lamentable ver la actitud del expresidente Alejandro Toledo frente a los graves problemas judiciales que afronta por el presunto cobro de coimas de Odebrecht y el eterno caso Ecoteva. Lejos de ponerse a derecho, el antiguo líder de la desaparecida chakana ha optado por mantenerse en calidad de prófugo en Estados Unidos, mientras nos hace creer que es un “perseguido político”.

Guste o no, Toledo fue nuestro presidente y personificó a la Nación. Es triste ver ahora a un exinquilino de Palacio de Gobierno, acusado de recibir 20 millones de dólares por dar una buena pro a una empresa, lo cual queda reforzado con el testimonio de uno de sus exministros de Transportes y Comunicaciones, y con propiedades que no puede explicar de dónde salieron, se haya convertido en uno más de lo tantos sujetos buscados por nuestra justicia.

Si tanto alegan inocencia, Toledo y su esposa, quien en las próximas horas podría recibir también una orden de detención en su contra, hace tiempo debieron estar en el Perú para desenmascarar la supuesta “patraña” armada en su contra, lo que hasta les favorecería políticamente. No obstante, los peruanos solo hemos visto en ellos una actitud evasiva que se hace más lamentable e indignante por tratarse de un exmandatario y una ex primera dama.

A juzgar por la actitud de Toledo, parece que el hombre se siente muy seguro en Estados Unidos, por lo que habrá que ver si, en efecto, ese país está dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance para lograr el retorno al Perú de quien a todas luces se burló de la confianza que con su voto le dieron millones de peruanos, que en 2001 clamaban por un gobierno honesto y muy alejado de la administración fujimorista y sus corruptelas harto conocidas.

Con su actitud, Toledo se ha puesto en el filo de la navaja y a la justicia peruana no le queda otra alternativa que actuar con total energía. Al expresidente ya se le trató con guantes de seda, pues durante años no se le tocó un pelo pese a las evidencias del caso Ecoteva, que hace tiempo debieron por lo menos impedirlo de salir del país. Hoy su situación es más complicada, pues tiene el agravante de que no se pone a derecho.