En anteriores columnas manifesté el sentido de vergüenza que como peruano tenía al ver que un expresidente del Perú estuviera investigado por el delito de lavado de activos y otros. Ahora la Fiscalía se ha puesto los pantalones y ha denunciado al expresidente, su esposa y otros pidiendo embargar sus bienes con impedimento de salida del país de los investigados denunciados y que se fije una caución de S/.70,000.

Por supuesto, la primera reacción mediática del denunciado expresidente Toledo fue la de la victimización, y “rasgándose las vestiduras” acusó a la Fiscalía y a los fiscales encargados de que “alguien les estaba pagando por perseguirlo” ante la gravedad de los hechos por los que la fiscal Rosana Villar lo denuncia ante el 16 Juzgado Penal para que disponga lo concerniente. Felicitaciones a la fiscal y a su equipo, quienes han tenido la entereza de llevar adelante la investigación aun cuando la presión política y mediática podía haber jugado en su contra. La fiscal no se amilanó ante las constantes amenazas políticas y quién sabe qué otras más. En su pataleo y amenazas de convocar a la “Marcha de los Cuatro Suyos”, el señor Toledo se olvida que él no fue quien convocó a dicha marcha, más bien él supo aprovechar el momento, como buen aventurero, para subirse en dicho carro, que había sido convocado por otras entidades que se encontraban luchando por la democracia. Ahora nos toca esperar que el 16 Juzgado en lo Penal abra el correspondiente juicio y que el mismo sea transmitido en directo por la TV, como lo fueron los procesos que el gobierno de Toledo y su señora iniciaron contra una serie de personas inocentes solo para causar daño a una tercera persona. Claro está, aparte de los que sí tuvieron razón.