Ningún policía en actividad o en retiro que se respete, debería aceptar el agravio y la falta de respeto que les ha expresado en su cara pelada el aún premier Aníbal Torres a través de unas penosas declaraciones a una radio extranjera, a la que señaló que los efectivos de la Policía Nacional del Perú (PNP) que por cientos han dado la vida en la pacificación y la lucha contra el COVID-19, tienen una preparación deficiente y que ni siete de ellos pueden capturar a un delincuente.

Pero en verdad, qué más se puede esperar de este señor boca floja y casi pintoresco que ayer en Huancayo alabó al criminal de Adolfo Hitler al ponerlo como gestor del desarrollo de su país. No olvidemos que semanas atrás ya había agraviado a la PNP al indicar que esta ya había sido sobrepasada por la delincuencia y que por eso era necesario que las Fuerzas Armadas, que no están preparadas para eso, pasen a reforzar la lucha contra la delincuencia común en las calles.

Llama la atención que el comandante general de la PNP, el general Vicente Tiburcio, quien según tengo entendido es un oficial de primer nivel, no se haya plantado ante este sujeto para aclararle las cosas por faltoso y de inmediato pedir su honroso pase al retiro. Del ministro del Interior, Alfonso Chávarry, no se puede esperar mucho. Recordemos sus exabruptos del Día de la Mujer y su gusto por mandar a policías con varas y escudos a que agredan a los periodistas que cubren las actividades de su jefe.

El premier debería saber que la PNP puede tener limitaciones que precisamente el Ejecutivo debería suplir, pero que no se puede faltar el respeto a una institución que a lo largo de nuestra historia ha puesto el pecho cuando más se le ha necesitado. El agravio de Torres solo es comparable con el cometido por el general EP Enrique Ibáñez Burga, el incondicional jefe de la Casa Militar del dictador Juan Velasco, quien un mal día abofeteó a un agente y generó la crisis del 5 de febrero de 1975.

Si el presidente Castillo quiere sobrevivir un tiempo más en Palacio de Gobierno, esta misma tarde debería mandar a su casa a descansar a su premier Torres. Sin embargo, eso no quita la posibilidad que el mandatario nos ponga a otro peor. Si ya nombró en ese cargo a “Puka” Bellido, a Mirtha Vásquez y a Héctor Valer, cualquier cosa se puede esperar. Lo cierto es que el problema no son los ministros, sino el jefe de Estado que los designa desde su cargo que le ha quedado inmenso y al que debería renunciar ya.