Tras el debate entre candidatos presidenciales del domingo último, la polarización continúa. Pedro Castillo empezó marcando la cancha al señalar que llegaba con las manos limpias, con lo que evidenció la pesada carga de corrupción que arrastra Keiko Fujimori. Recordemos que la fiscalía solicita 30 años de prisión para ella.
Fujimori no pudo, no tiene cómo, desmarcarse del gobierno de su padre. Lo defiende. Y acá solo podemos decir que en ese gobierno de Alberto Fujimori, ocurrieron las matanzas de Barrios Altos, La Cantuta y Paramonga. Por eso el Grupo Colina recibió una carta de felicitación. Hubo además compra de equipos obsoletos durante el conflicto con Ecuador y sometimiento al Poder Judicial, entre otras muchas más. Cómo pensar en Keiko como demócrata, si defiende todo lo anterior.
Mientras Keiko firmaba una declaración, casi en soledad, Pedro Castillo realizó concentraciones en Arequipa y luego en Juliaca recibiendo una multitudinaria adhesión no vista antes.
Aunque Keiko propone bonos, becas, no pago de impuestos a emprendedores, duplicar Pensión 65 y muchas más ofertas populistas. La población de a pie, la mayoría de este país, los que durante 200 años de República han sido excluidos y maltratados, han levantado la voz, están de pie y demandan su legítimo derecho a ser gobernados por uno como ellos. Ese es el secreto de Castillo.
Lo que sí debe quedar claro es que no se puede permitir los extremos de una campaña que, por apoyar a una candidata, emplea el “terruqueo”, el racismo y la mentira, buscando desprestigiar a quien encarna esperanza de cambiar una desigualdad social que no puede ni debe continuar.
Que la corrupción, la mentira, el abuso y el derroche de recursos no nos ganen. Merecemos un país mejor para todos.