En el presente año estamos celebrando los 30 años de vigencia de la Constitución de 1993, bajo la cual nuestro país ha experimentado sucesivos gobiernos democráticamente, y ha salido del terrorismo e hiperinflación que nos tenían condenados al caos, pobreza y muerte. Con este, escribiremos una serie de artículos, donde resaltamos los aspectos positivos de la Carta Magna y los avances logrados por nuestro país bajo su vigencia, asimismo plantearemos algunas modificaciones necesarias para reforzar nuestra democracia.
Los cambios institucionales corresponden a una dinámica forzada de todo tipo de intereses, políticos, mercantiles, económicos. En la actualidad el cambio más radical es el cambio constitucional, ese esquema de cambio y volatilidad se experimenta muy frecuentemente en América Latina lo que se traduce en populismo constitucional.
Las variables que explican estos cambios son distintas, tal vez la más importante sea que las sociedades en los países latinos son muy informales, muchos de sus actores actúan en el límite del marco legal, las transacciones individuales se actúan en la posibilidad de apartarse de la Ley, “sacar la vuelta a la Ley” o forzarla según intereses.
Como ejemplo de lo expresado podemos citar, los pedidos de vacancia de PPK y su forzada renuncia, el cierre del Congreso por Martín Vizcarra, su convalidación por el TC, la vacancia de Martín Vizcarra, el pésimo manejo de la pandemia, la vacancia de Pedro Castillo y el descalabro en el manejo de nuestra economía y orden interno de dicho gobierno, problemas agudizados por las protestas violentas de inicios del presente año.
Sumado a lo indicado el desprestigio de la política y los políticos, así como la pobreza, desigualdades, y la precariedad de servicios como salud, educación, la grave crisis de seguridad, muchos anhelan un cambio de Constitución, pues por interés político se atribuye todos los males al Congreso y la Constitución.
No obstante, toda esta debilidad institucional, el sistema democrático de nuestro país se ha sostenido y sostiene gracias a la Constitución y a su modelo económico, sobre el cual nos ocuparemos en artículos posteriores.