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Mientras escribo estas líneas, PPK vive las que serían sus últimas horas en la Presidencia. Su Waterloo: haberle mentido al país sobre la muy provechosa relación entre sus empresas Westfield y First Capital, y Odebrecht entre 2004 y 2007. O sea que cuando fue ministro de Economía y primer ministro, el señor Kuczynski habría sido gato y despensero. Gravísimo conflicto de intereses que lo inhabilita del cargo. ¿Y el futuro? Pues, como en una crisis política de esta envergadura, las cosas avanzan muy rápido, ayer por la mañana parecía que los fujimoristas irían por el adelanto de elecciones, salteándose a Vizcarra y Aráoz. Pero, luego de escuchar a Daniel Salaverry (“una transición constitucional para que el vicepresidente asuma la Presidencia”), veo que los fujimoristas han entendido que adelantar elecciones los pulveriza políticamente. La sensación de “que se vayan todos” está a flor de piel y romper el periodo constitucional a estas alturas le abre las puertas a cualquier extremismo que nos llevará al abismo de las narices. Aseguran que Martín Vizcarra ya está volando para Lima. Dicen que igual lo tenía planeado por fiestas -aunque decir “fiestas” hoy suena a mal chiste-, pero debe llegar a más tardar hoy. Ay, PPK, qué gran decepción. Si hubiera dicho esto antes, se habría ahorrado este triste final. Y por más explicaciones que ofrezca, su suerte estuvo echada en el momento en que decidió callar. Y ahora ya sabemos por qué calló: porque sus empresas siguieron contratando con Odebrecht, con él desde el Gobierno. El lobby en su versión más desvergonzada y cínica ha sufrido su estocada final.