La mañana gris y lluviosa de ayer en Lima se habrá iluminado con las risas y hasta carcajadas que debe haber provocado en muchos peruanos el señor Walter Ayala, uno de los abogados del recluso Pedro Castillo, quien ha señalado sin el mayor rubor que su patrocinado tiene pensado volver a postular a la Presidencia de la República -para lo que viene trabajando-, y que si no lo logra, la aspirante al Sillón de Pizarro será su esposa, quien ahora vive en México al amparo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

Se entiende que como abogado que cobra honorarios, el señor Ayala le venda ilusiones a su cliente que permanece encerrado en la Diroes con órdenes de prisión preventiva por el golpe del 7 de diciembre del 2022 y por actos de corrupción. Sin embargo, parece una crueldad hacerle creer al profesor chotano que podría postular a algún cargo público, si el Ministerio Público está pidiendo que lo metan preso 34 años por los graves delitos que se le imputan.

Además, más allá de la condena que este sujeto tendrá que pagar por golpista y ladrón, sería bueno que sepa que nadie en su sano juicio volvería a votar por él. Hasta para parte de la izquierda, salvo a la que le dio chamba y a la que integra sus bancadas afines, es un apestado y una vergüenza por todo lo que se vio en los meses en que estuvo dedicado a destruir el país desde Palacio de Gobierno. Quizá podría llevar como vicepresidentes a Pasión Dávila y Bruno Pacheco.

El pobre abogado Ayala dice que se han dado situaciones en que diversos políticos han salido de la cárcel para ocupar la presidencia de sus países. Ha puesto como ejemplo el caso del brasileño Lula da Silva, un gran corrupto que fue salvado por una tinterillada en medio de un caso complejo, algo que no pasaría acá si se tiene en cuenta que el golpe del Estado del profesor se dio por televisión y ante los ojos del mundo. Ni las recusaciones a jueces y fiscales van a salvar al “descubrimiento” de Vladimir Cerrón y Perú Libre.

Lamentablemente la aspiración de ser presidente del Perú se ha convertido casi en una payasada, y más desde que Castillo llegó a Palacio de Gobierno. Si alguien lo duda, veamos las alianzas electorales que se están formando. ¿Qué pueden salir de ellas? ¿Qué coherencia y representatividad puede haber en estos clubes de amigos que se juntan para una elección luego de tomarse un café? ¿Así van a tratar de sacar adelante al Perú? ¿Así nos van a pedir el voto para trabajar por la seguridad, la educación y la salud?