Queda en el recuerdo la exhortación del presidente del Congreso de la República, Luis Iberico, al asumir el cargo a los legisladores: “ponerse las pilas” y tomar con responsabilidad el trabajo que desempeñan.

Por ejemplo, la anhelada reforma electoral va camino a quedar en el archivo de las buenas intenciones, ya que otros temas coyunturales mantienen más entretenidos a los parlamentarios, quienes con su actitud demuestran que ya viven su campaña preelectoral.

En octubre debe darse la convocatoria para las elecciones generales de 2016 y queda poco plazo para debatir propuestas, como la referida al financiamiento para las agrupaciones políticas.

Además, hay falta de consenso entre las bancadas y resultará imposible aprobar proyectos de ley.

Si en los siguientes días no se consideran en agenda temas como las sanciones a los legisladores tránsfugas, elevar la valla electoral para las alianzas partidarias y otras reformas que se demandan, entonces una vez más el Parlamento demostrará que cumplió una gestión sin pena ni gloria.

Lamentablemente, la serie de hechos actuales y la persistencia en un sector de parlamentarios de conformar comisiones investigadoras para todo, han descuidado el cumplimiento del verdadero rol que les compete desempeñar a los mal llamados “padres de la patria”, como es el de discutir leyes que se requieren para consolidar nuestro sistema democrático.

En los pasillos del Congreso se comenta que la elección del defensor del Pueblo también terminará en el cajón de los recuerdos. ¿Se acabaron las pilas?

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