Para los miles de militares y policías que desde los años 80 lucharon contra el terrorismo y el narcotráfico, tanto en el Huallaga como después en el VRAEM, debe ser un golpe muy duro ver que el actual ministro del Interior, Luis Barranzuela, más allá de su deplorable y vergonzosa foja de servicios como oficial de la Policía Nacional, es un defensor de los sembríos de hoja de coca que son el origen de la cadena del tráfico ilícito de drogas y de toda la podredumbre que lo rodea.

Son personas que han sacrificado su vida y han visto caer a muchos de sus compañeros de armas en medio de la lucha contra el tráfico de drogas y los residuos de Sendero Luminoso, como los que actualmente operan en el VRAEM en alianza con grupos de traficantes que son los brazos en el Perú de poderosos cárteles extranjeros, principalmente mexicanos. Si no hubiera coca y cocaína, los salvajes hermanos Quispe Palomino ya tendrían que haber sido erradicados hace tiempo.

Ahora un defensor de los sembríos de hoja de coca, que en casi 90 por ciento va a parar al narcotráfico, está al frente del Ministerio del Interior. Antes vimos a los cocaleros tomando carreteras o hasta sentados en el Congreso. Con el triunfo electoral del presidente Castillo y Perú Libre, han avanzado más y ya tienen asiento en un puesto estratégico dentro del Poder Ejecutivo, nada menos que en la cabeza del sector encargado de hacer frente al tráfico de cocaína, al terrorismo y sus delitos conexos.

A la luz del escenario actual, parece que la destrucción de pistas de aterrizaje clandestinas y de pozas de maceración, y la interdicción en aire, mar, ríos y tierra, han caído en saco roto desde que tomó el mando un gobierno admirador del boliviano Evo Morales y un ministro cocalero que como policía retirado -aunque haya sido sancionado a un nivel de escándalo-, debería saber muy bien que es imposible darle un uso lícito a más del 90 por ciento de la producción de hoja de coca.

Todo esto se veía venir desde que los peruanos fuimos conociendo el nefasto ideario de Perú Libre y los antecedentes del profesor Castillo. La política que a lo largo de la historia ha tenido el Estado peruano frente al terrorismo y el narcotráfico, no puede ser dejada de lado por este régimen precario que como muestra de su pobre nivel, ayer ha anunciado como “gran” jale al exalcalde de Lima, Ricardo Belmont, un personaje muy bien conocido por todos los nosotros. De terror.