Poco a poco y conforme pasan los días, la atmósfera de la vacancia se va aclarando más. Es una posibilidad alimentada desde el primer día y que incluyen aspectos que van desde la cercanía de varios integrantes del Gabinete y de la bancada de Perú Libre con Sendero Luminoso -hecho muy grave- hasta lo último que se ha sabido: Las reuniones clandestinas de Pedro Castillo en el departamento del pasaje Sarratea y la más escandalosa de todas, la de la visitadora Karelim López Arredondo, asesora de una de las empresas del Consorcio Puente Tarata III, que ganó la licitación para la construcción del puente vehicular Tarata sobre el río Huallaga en la región San Martín.

Sobre ese tema no solo llama la atención que la señorita López Arredondo haya tenido el acceso a la sospechosa informalidad que lideraba Castillo desde un lugar que no es su vivienda -allí no habitan ni su esposa ni sus hijos- sino también al propio Palacio de Gobierno, con las reuniones sostenidas de la influyente Karelim al secretario general Bruno Pacheco y al propio Castillo.

¿Tendrá algo que ver esa visita palaciega con los 20 mil dólares hallados en el baño de Pacheco? Y, peor aún, ¿con la exigua diferencia entre el consorcio ganador de una licitación de 232.5 millones de soles con el que perdió la adjudicación? ¿Cuánta suerte hay que tener para ganar una obra de 57.8 millones de dólares por apenas 27 céntimos de sol, más o menos, el precio de un pan francés en los conos de Lima? ¿Será tanto como ganarse la Tinka? ¿O tanto como dejar una coima simbólica en Palacio pero otra sí grande y generosa en un pasaje de Breña? De lo que no hay duda, es que este es un gobierno que se cae en picada, que se queda sin coartadas y cada vez vale menos, casi nada. Como el JPP de Verónika Mendoza y el Frente Amplio de Marco Arana,  la cifra no es simbólica, es su costo real: Este gobierno vale 27 céntimos de sol. Cuidado que a este paso mañana puede ser menos.