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Si en los últimos años hemos vivido alarmados por el índice de delincuencia que se registra en el Primer Puerto con sus eternos “barrios picantes”, a lo que se suman crímenes y extorsiones relacionados con la salida de droga por el terminal marítimo, hoy queda claro que un tipo distinto de hampa, aunque igual de preocupante e indignante, se había enquistado en el ente que, irónicamente, debía frenar el delito en la provincia vecina: la Corte Superior de Justicia del Callao.

Escuchar al impresentable de Walter Ríos, hasta hace poco el todopoderoso titular de la Corte Superior de Justicia del Callao, quien “arreglaba” juicios por 400 soles, pedía efectivo proveniente de una coima para pagar lo que consumía en un restaurante, exigía a su asistente que pase por su oficina para que le rinda cuentas de lo recaudado en el día y transaba por lo bajo mejoras laborales para su esposa en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, ha sido abrumador.

Pero lo más alucinante lo oímos el último fin de semana, cuando este bribón de aparatosa medalla en el pecho y famoso por pedir de “10 verdecitos como garantía” para el nombramiento de un fiscal en Tacna, exigía con toda la prepotencia del mundo que el personal privado de limpieza de la Corte, que es pagado por el Estado, vaya cinco días a la semana a su casa a hacer trabajos domésticos y de limpieza. Todo un rey con nuestra plata.

Ante eso, cabría preguntarse de dónde sacaron a este fulano. Lo más irónico es que, con toda seguridad, si miramos su hoja de servicio en el Poder Judicial, encontraremos que siempre estuvo limpio y que jamás recibió ni una sanción por llegar tarde. Claro, y seguramente esa “trayectoria” fue la que permitió que el “inmaculado” Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) lo ponga al frente de los tribunales del convulsionado puerto.

La ley penal debería ser muy drástica con este hampón de “cuello blanco”. Su conducta no tiene el menor atenuante, pues estuvo dedicado a torcer la justicia y a llenarse los bolsillos, hasta con sencillos, en lugar de trabajar para devolverle la paz a las calles del Callao, una provincia que incluso tuvo que ser declarada en emergencia ante tantos muertos y tanta cocaína que sale en contenedores mientras el juez Ríos se levantaba en peso la Corte y sus coimas.