Hace pocos días leímos la defensa que un juez hizo de su resolución. Aquella que pronunciara con relación al hábeas corpus presentado por Nadine Heredia.

Los jueces no deben, en el mundo ideal, entrar en debates con los justiciables. Ellos hablan por sus sentencias. Sin embargo, de no poco tiempo a esta parte, el procurador que pierde su causa o el fiscal a quien no le dan la razón no encuentran mejor argumento para esconder su revés que el acusar al juez de prevaricar. Su discrepancia la publicitan, no pocas veces exhibiendo o compartiendo prueba que debe ser reservada, lo que también está prohibido, y la acompañan con amplificación propagandística de un medio que ha tomado partido por una causa.

El CNM, lamentablemente y a renglón seguido de un “periodicazo” o de un “videazo”, ordenará una investigación en la que se pone en tela de juicio la resolución.

Todo esto no ayuda a consolidar las instituciones. Perteneciendo los tres a las instituciones del Estado, no se pueden andar deslegitimando unos a otros. Pueden arbitrarse las diferencias dentro de los caminos que arbitra el sistema, pero no puede acusarse sin pruebas.

Hizo bien por ello el juez Súmar en no dejarse apabullar y en explicar su perspectiva, la que, leídos sus argumentos, tiene razonabilidad. Puede creerse que hay otros mejores, pero esos no son deleznables. Se puede estar o no de acuerdo, pero no se puede descalificar a la ligera.

Cada denuncia no tiene que terminar en el desamparo o en la condena de la persona que reclama, sea cual fuera su posición.

El Poder Judicial se creó para limitar el poder, también el de los fiscales que hoy acusan como deporte. Por eso no caben las generalizaciones. Menos aún, los linchamientos mediáticos.