El fiscal de la Nación encargado, Pablo Sánchez Velarde, tiene la gran misión de recuperar la confianza de los peruanos en el Ministerio Público, la cual se ha visto mellada por la presencia en su jefatura de un magistrado como Carlos Ramos Heredia, quien al revelar el paradero de Martín Belaunde Lossio demostró que el cargo le quedó más que grande.

Sería bueno que la gestión temporal de Sánchez Velarde esté marcada por la absoluta independencia, tanto de otros estamentos del Estado y de presiones políticas, como del accionar de algunas ONG que suelen realizar campañas a través de sus medios amigos y voceros, en función de sus intereses económicos e ideológicos, lo cual ha sido nefasto para nuestro sistema judicial.

Tenemos un Ministerio Público golpeado y disminuido ante los ojos de los peruanos, tal como lo estuvo en tiempos de Blanca Nélida Colán, por lo que Sánchez Velarde deberá actuar con cabeza fría y solo con la ley en la mano, teniendo en cuenta que los peruanos exigen una limpia cruzada contra la corrupción, que por estos momentos campea y agobia en todos los niveles de gobierno.

Los peruanos sabemos lo que es tener un sistema judicial manoseado por políticos y ONGs que en nada contribuyen al único propósito del Ministerio Público y el Poder Judicial, que es el de investigar y juzgar de acuerdo a ley a quien sea objeto de una denuncia. Sánchez Velarde tiene un gran reto y los peruanos estamos en la obligación de mirar su gestión con mucho celo.

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