Solo Javier Cremades es capaz de reunir en la ciudad de Nueva York al rey de España, a jueces de la Corte Suprema de Estados Unidos y a los más prestigiosos juristas de los cinco continentes en un evento imprescindible para la agenda de los que hemos profesado la ciencia de la ley. Hace unos meses, en su despacho de Madrid, me contó sobre la infatigable labor que la World Jurist Association realiza desde hace sesenta años promoviendo un mundo regido por el Derecho y no por la violencia, resaltando, como siempre, la necesidad de organizar la libertad consolidando el rule of law en todos los frentes posibles. Conozco a Javier desde hace varios años y todos sus amigos nos sentimos orgullosos no solo de su tremendo éxito profesional sino también de su evidente liderazgo en la causa de la libertad que se traduce en el respeto a la justicia y al bien común.

Fortalecer el Estado de Derecho puede ser un tema de discusión en Nueva York o en cualquier capital del mundo, pero en el Perú es un imperativo de vida o muerte. Si queremos que crezca la economía, el Estado de Derecho es vital. Si buscamos la paz social y los pactos que nos unifiquen en torno a políticas viables, el Estado de Derecho es el único marco posible. Si aspiramos a una educación de calidad, a un buen sistema de salud, al trabajo digno y al desarrollo de las infraestructuras, el Estado de Derecho es la barrera contra la demagogia, el autoritarismo, la debilidad de las elites y la anarquía de las masas. Allí donde no hay Derecho se impone la selva.

Por eso, la labor de la World Jurist Association que preside Javier Cremades es vital. Observemos el ejemplo del mundo desarrollado. Solo así seremos capaces de conjurar los peligros de ese radicalismo que cada cierto tiempo amenaza con incendiar el país.

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