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El entusiasta recibimiento de muchos a la propuesta del plebiscito anunciado por Martín Vizcarra es síntoma de algo evidente: estamos hartos. Hartos de la corrupción de nuestras autoridades y hartos de su incompetencia -quizá voluntaria- para impulsar reformas anticorrupción.

Así, muchos de quienes aplauden el plebiscito no creen que nuestros supuestos representantes estén capacitados para tomar decisiones urgentes y relevantes, de modo que prefieren -votando- decidir directamente. Los resultados de la última encuesta de Ipsos (80% de desaprobación del Poder Judicial y 78% del Congreso) son tan solo una demostración numérica de este hartazgo.

Ahora, si bien los “CNMaudios” han hecho protagonistas de la corrupción a magistrados, fiscales y congresistas, el arresto de Elías Cuba, alcalde de La Victoria que lideraba una banda criminal de cobro de cupos, nos recuerda que el cáncer de la corrupción es igual o más fuerte en los gobiernos regionales y locales. Se calcula que más de mil de estas autoridades han o están siendo procesadas por delitos de este tipo.

En poco más de un mes se llevarán a cabo las elecciones regionales y municipales, y tendremos la oportunidad de no colocar nuevamente en el poder a quienes hicieron de su cargo un negociazo. Y es que hoy gritamos “que se vayan todos”, pero poco nos informamos sobre quiénes sucederán a los hoy manchados.

Informarse a cabalidad sobre cada candidato es difícil, toma tiempo que no cualquiera tiene y requiere seguir de cerca las noticias. Sin embargo, en esta crisis política, la sociedad civil tiene un rol que cumplir. Informémonos, leamos, escuchemos. Pero, sobre todo, dudemos. No nos dejemos volver a estafar.