Arequipa, a lo largo de su historia, recibió una serie de títulos y denominaciones que van desde “Muy Noble y Muy Leal” hasta “Fidelísima”, además de haber sido declarada “Departamento de la Ley” y “Heroica ciudad de los libres de Arequipa”.

Este año, reconocidos medios, como la revista Forbes, la calificaron como la tercera ciudad más “cool” del mundo y de obligada visita por su excelente gastronomía y conservación de su centro histórico. Además, se atrevió a llamarla “Una pequeña gema”.

A inicios de octubre de este año, la cadena informativa CNN de Estados Unidos le confirió otro calificativo a la Ciudad Blanca: capital de la gastronomía de Sudamérica.

Sin embargo, a esta lista de denominaciones positivas y favorables que recibe Arequipa también se suman calificativos negativos: ciudad del cemento y del caos por el transporte. Ambas reflejan la falta de planificación que predominó en las gestiones municipales durante las últimas tres décadas, donde dejaron de lado el crecimiento ordenado y el equilibrio con el medio ambiente.

Nadie puede desmerecer lo bello que es el Centro Histórico de Arequipa; empero, este adolece de zonas verdes y que ayuden a mantener la armonía en su crecimiento. Pocos son los lugares donde existen parques, y están descuidados.

Sobre la circulación de vehículos, ya van a ser 20 años desde que se diseñó el primer plan para el Sistema Integrado de Transportes; sin embargo, cada gestión lo acomodó y cambió a sus intereses, sin conseguir avance concreto. Son problemas que si en los próximos años no logran solución, la denominación de Patrimonio Cultural de la Humanidad se puede perder. Un duro desafío para la nueva gestión.