La oposición ha tenido una derrota mayúscula el lunes. El resultado de la votación de la vacancia en el Congreso ha sido un duro golpe para los que la promovieron. Porque pese a que se supone que la imagen de Pedro Castillo está chamuscada y su gobierno tiene cada vez más evidencias para restregárselo, la votación fue peor que en el primer intento. Esto, lejos de mellar a Castillo, lo fortalece ante una oposición que muestra una vez más su torpeza y su poca inteligencia política.
Y es que el manoseo de la figura de la vacancia presidencial, de por sí ya polémica y sujeta a dudas sobre su real aplicación, está terminando por beneficiar a un gobierno errático que sobrevive gracias a los dislates de la oposición. El desgaste de la figura de la vacancia es contraproducente, porque en algún momento puede sí ser plenamente idónea, y entonces su desgaste la hará inservible quizás.
Al usar una “bala”, o mejor dicho dos “balas”, el Congreso se va quedando sin municiones y golpeado en su médula. Por ello era necesario tener una oposición inteligente y seria, como este periodista ha sostenido desde el primer día del gobierno. Lo del lunes ha sido sencillamente bochornoso. Y no veo que haya aquí ninguna victoria moral, como han querido decir algunos congresistas a modo de consuelo.
Sí, seguramente ha habido aquí conversaciones y negociaciones a cambio de votos para no apoyar la vacancia. En partidos como Acción Popular y Alianza Para el Progreso hay parlamentarios que se sienten cercanos a Castillo por uno u otro motivo. La procedencia provinciana de algunos de ellos tiene también algo que ver. Pero para eso está el juego político, la visión de los hechos y los cálculos previos. La oposición termina desdibujada y representada por los gritos destemplados y malsonantes de la congresista Patricia Chirinos. Esa parece ser su imagen fiel: pura bulla y achoramiento sin una pizca de agudeza política.