El presidente Francisco Sagasti ha tomado una decisión que sin duda le va a generar críticas de distintos sectores, pero que es muy necesaria: ser el primer ciudadano peruano en recibir la dosis de la vacuna que ayer por la noche llegó desde China para comenzar a ser inoculada, en los próximos días, a un grupo de médicos y enfermeras que están en la primera línea de lucha contra la pandemia que ya se ha llevado a más de cien mil de los nuestros.

En un país donde el 48 por ciento de la población tiene reparos en vacunarse, según reciente encuesta de Ipsos, y donde mucha gente sigue creyendo mitos, leyendas e historias alucinadas que corren por redes sociales, cadenas de WhatsApp y de boca en boca, es positivo ver al propio presidente, que es un adulto mayor, colocándose la vacuna de Sinopharm. Es una forma de decir “este fármaco es bueno y no implica riesgos para la salud”.

En Correo hemos sido críticos de las gestiones del Estado en su conjunto para lograr la llegada de las vacunas de manera oportuna. De forma tardía se ha hecho un esfuerzo para conseguir un pequeño lote destinado a inmunizar en el primer trimestre del año a un millón de los 33 millones que somos. Sin embargo, los temores infundados de las personas no puede ser un obstáculo adicional para comenzar a superar esta descomunal pandemia.

De hecho, ya salieron algunas personas a quejarse y decir que el presidente debería ser el último en vacunarse, que primero deben ser médicos, enfermeras y policías. Bueno, una cosa no quita lo otro, pero la imagen del mandatario poniéndose la dosis puede ayudar mucho a despejar temores que a la larga afectan a todos los peruanos. Hay gente que afirma que los antivirales alteran el ADN o que todo es un complot de Bill Gates para ponernos un chip que controle nuestras vidas.

El sábado último, el diario El País, de España, dio cuenta de la reducción de contagios y hospitalizaciones por coronavirus que se está reportando en Israel, que es donde se está inmunizando a la gente con más rapidez que en otros lugares del mundo. Se ha logrado vacunar al 23 por ciento de la población, con especial atención en los mayores de 65 años, y hay resultados a la vista que son una luz de esperanza para todo el planeta. No podemos quedarnos al margen de esto.