La presidenta Dina Boluarte cumplió dos meses sin hablar con la prensa. En momentos que los distintos niveles de conducción del Gobierno no pueden dar coherencia y eficiencia a su gestión, dado el grado de improvisación e incapacidad, es imperativo que la cabeza del Ejecutivo comunique con transparencia y dé respuestas oficiales sobre la difícil coyuntura que pasa el país y las soluciones para superar la crisis. Sin embargo, la mandataria se queda en silencio y lo peor, algunas veces arremete contra los medios de comunicación, como si fueran culpables de sus desdichas.
Boluarte ha pedido reiteradamente trabajar juntos y en unidad para sacar al Perú de esta compleja situación. Sin embargo, sin rendir cuentas a la población y tender puentes, ¿cómo entonces esperar que la gente participe en la tarea nacional de ponerle el hombro al país?
Espero que entienda que las últimas encuestas, que grafican un rotundo rechazo de la gente a su Gobierno, es un castigo para ella, pero también una oportunidad para rectificar el rumbo. A veces a los presidentes les cuesta decir “me equivoqué, voy a cambiar”. Debe aprovechar esta ocasión para ser autocrítica y transparente.
Los sondeos son tan claros y contundentes que mirar a otro lado y encogerse de hombros sería muy perjudicial. Ya es momento que encare con responsabilidad el máximo cargo de la Nación.