En verdad no deberían sorprender los escándalos en el Congreso que, hay que decirlo con todas sus letras, ha sido elegido por los propios ciudadanos que hoy se quejan de sus representantes. Sin embargo, la última semana ha sido realmente de terror al mostrar cómo el blindaje, la sinvergüencería y la venta de conciencias por un plato de lentejas se ha normalizado en un Poder Legislativo que ya ni se esfuerza por lavarse la cara y reivindicarse ante los ciudadanos.
Escandaloso es que producto de un blindaje multipartidario, la congresista fiestera Rosselli Amuruz siga en el cargo de tercera vicepresidenta del Congreso. Ella no solo asistió a una jarana en pleno duelo por la muerte de un colega, sino que en oficinas dependientes de su despacho hay un sinnúmero de trabajadores vinculados a su negada pareja, que a su vez era el agasajado del cumpleaños plagado de malandrines que acabó con una persona muerta de un balazo en el pecho. Pero acá no pasa nada.
Luego vimos al sindicalista y “revolucionario” congresista Edgar Tello de compras en un centro comercial de China, cuando supuestamente estaba en Rusia en “viaje de trabajo”. ¿Qué fue? Nadie lo sabe. Aún no da la cara. Seguro el hombre tratará de minimizar todo, como cuando fue acusado de presionar a una trabajadora de su despacho para que compre un proyector con el cuestionado bono que por esos días se había entregado a todos los empleados del Congreso.
Finalmente está el caso de “Los niños”, que si bien son los engreídos de la mayoría de sus colegas que no los tocan ni con el pétalo de una rosa, su agrupación política, Acción Popular, ha echado de sus filas a seis de ellos. Sí, mientras el partido del que provienen es capaz de botarlos, en el Congreso todo sigue igual, pues se mantienen en funciones, cobrando y promoviendo la producción de leyes que habría que analizar, pues de esta gente nadie debería confiarse.
La cereza en el pastel de la semana ha sido la detención de un casi desconocido congresista Luis Picón, de la bancada de José Luna, quien tenía vigente una orden de arresto por delitos contra la administración pública. Pero con toda seguridad el hombre debe estar muy tranquilo, pues nada le pasará en este Congreso de sinvergüenzas y escuderos de sinvergüenzas, que al final es lo mismo. Todo esto ha sucedido en apenas siete días. Habrá que ver qué más viene en este Parlamento de terror.