El proceso electoral aún no culmina y, ante la falta de revisión e impugnación de actas en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), queda a los peruanos mantener la calma y esperar que la autoridad dé resultados limpios e incuestionables, por el bien de la democracia y el Perú.
La defensa de la democracia pasa por respetar los procesos y reconocer los resultados a los que llegue el JNE, tras resolver las tachas presentadas sin importar cuál de los dos postulantes resulte proclamado como la siguiente máxima autoridad del país.
A los peruanos de bien nos queda acatar los resultados, aún cuando tenemos opciones antagónicas en extremo. Es lo que manda la ley, con la misma fuerza con que dispone que los procesos electorales deben reflejar, sin espacio para la duda, la voluntad popular.
En Correo tenemos la confianza de que las autoridades electorales darán un resultado cargado de legalidad y legitimidad, que permitirá voltear la página de este proceso turbulento, a fin de mirar al futuro.
Mientras tanto, la serenidad y la tolerancia deben estar por delante. Tenemos un país en medio de una grave crisis como para estar haciendo las cosas más complicadas.