En el Congreso vienen recolectando firmas para echar del cargo a la presidenta Dina Boluarte por una causal ya bastante conocida por los peruanos: “incapacidad moral permanente” debido al escándalo de los Rolex, el del alejamiento de sus funciones para someterse a una operación estética y, ahora, el presunto envío de su abogado Mateo Castañeda para tratar de sobornar o al menos presionar a los policías que la investigan a ella y a su hermano Nicanor.
Dudo que las firmas alcancen para sacarla de un cargo que sin duda a la señora le ha quedado inmenso. Al menos en lo de los relojes y las joyas, y en las movidas para salvar al hermano, es indefendible, aunque nunca falte un ministro dispuesto a sacar el escudo para inmolarse por quien sin duda acabará muy mal. Sin embargo, lo que parece una tomadura de pelo, es que los hoy vacadores sean quienes meses atrás se encargaron de mantener en el poder al incapaz y corrupto de Pedro Castillo.
Son los que votaron en contra de los intentos de vacancia del profesor, los que decían que había que respetar la “voluntad popular”, que era mejor apostar por su continuidad en favor de la “gobernabilidad”, los que pasaron por alto las andanzas en la guarida de Sarratea y los 20 mil dólares de las coimas en uno de los baños de Palacio de Gobierno, los que miraban al techo frente a la plata que según testigos, cobrada por nombramientos, y los que obviaron que se reúna con gente cercana a bandas terroristas.
Ahora el bloque castillista del Congreso que incluso niega el golpe de Estado, quiere curarse en salud echando a Boluarte, algo que no hicieron con Castillo, que era mucho peor. ¿Acaso están en una operación de lavada de cara con miras a su reelección congresal en los próximos comicios? Claro, cuando les reclamen por haber sido el soporte político de un corrupto que además termino siendo un vil golpista, dirán que no sacaron al profesor, pero sí a la actual mandataria, que son honestos y que no se casan con la corrupción.
Que la posible vacancia de Boluarte sea motivo de debate en el Congreso como permite la Constitución, pero que no vengan ahora los castillistas a dárselas de indignados por una mandataria que además ellos mismos pusieron en Palacio de Gobierno al votar por el peor y más corrupto presidente que hemos tenido en la historia del Perú como ha sido su protegido Castillo. Apelen a lo quieran para reelegirse, pero no traten de tomarnos el pelo ni a dar lecciones de moralidad. Su rabo de paja es inmenso.