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Me temo que esta nueva moción de vacancia, como la anterior, se ha vuelto a apresurar. Si bien las evidencias contra PPK se caen de maduras, las formas cuentan. Pese a que ha pospuesto por meses su presentación ante la comisión “Lava Jato”, generando una sensación de correrse a las preguntas, será finalmente el próximo viernes en que PPK tendrá que responder un cuestionario que podría arruinarlo más de lo que ya está. El problema es que al presentarse así, de acuerdo al reglamento del Congreso, esta moción se admitirá a debate el próximo jueves; es decir, un día antes de la cita en Palacio. Tendría toda la razón para hacerse la víctima. Por decoro, y para vacar a un Presidente hay que tenerlo, primero se le debe escuchar y luego, contrastando sus respuestas con las evidencias, pasar a lo de la moción. Es cierto que PPK es un cadáver político y debe irse. Es cierto que la gente no le cree y no lo quiere. Es cierto que su Presidencia es deplorable y ha quedado como un mentiroso profesional. Pero también es cierto que, si pasa lo mismo de diciembre y PPK se salva por otro pelo, los promotores de esta vacancia habrán quedado en el más grande ridículo nacional, con las consecuencias nefastas que ello les traerá. Y ahí ya no habrá vacancia que valga ni calle que lo resista, pues toda esta prisa hace que nos olvidemos, por buen rato, de las confesiones y el dinero sucio de Barata. Así que, políticos, lo mejor será que se tomen con calma lo de acabar con esta parálisis que está en Palacio y que se proyecta al país. A lo suyo y no interrumpan a la Fiscalía, que también tiene harto que hacer.