El martes último, tres de octubre, se cumplió un año más del golpe de Estado del general Juan Velasco Alvarado y me ha parecido muy extraño -es un decir- no ver a ninguno de esos personajes que se promociona como “defensor de la democracia” promoviendo una marcha, manifestándose en columnas o al menos en redes sociales contra esa patada a la legalidad dada por el militar izquierdista, con el mismo entusiasmo con que lo hacen cada 5 de abril.

Velasco Alvarado sacó los tanques, se metió a Palacio de Gobierno de madrugada echando del país a Fernando Belaúnde e instauró una dictadura que en sus dos fases duró 12 años (1968-1980). Hubo cierre del Congreso, deportados, detenidos de manera arbitraria, toma de medios de comunicación para ponerlos al servicio del régimen y confiscación de propiedad privada al caballazo. ¿Y hoy nadie reclama por eso?

¿Dónde están los “demócratas” que cada 5 de abril salen a la Plaza San Martín a recordar el también ilegal autogolpe de Alberto Fujimori? Si se trata de recordar y condenar los abusos de los tiranos de nuestra historia, ¿por qué dejan de lado a Velasco si su dictadura cometió muchos más excesos y atropellos que los del hoy reo de la Diroes? ¿Será porque el militar piurano era de izquierda y andaba en puras risas y coqueteos con Fidel Castro?

Esos que al martes último han estado callados en el aniversario del golpe de Velasco son los que con toda seguridad se deben de estar alistando para conmemorar en los próximos días los 50 años de la muerte de Ernesto “Che” Guevara, un tremendo asesino y perseguidor de opositores políticos y hasta homosexuales, quien, irónicamente, sigue siendo el ídolo de quienes se llenan la boca hablando de la “defensa de los derechos humanos”, la tolerancia y la igualdad.

Los dictadores como Velasco Alvarado y los asesinos como el “Che” no son ni de izquierda ni de derecha, sino simples violadores de la democracia y transgresores de la ley. Con ellos no se puede tener contemplaciones, por más que algunos quieran ver al cubano-argentino como la encarnación de Jesucristo (sí, hasta eso uno tiene que leer por ahí). Se les debe de condenar y rechazar por igual. Un poco de coherencia no vendría nada mal en ciertos políticos peruanos, ¿no?