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En el norte del país, las cárceles están tan repletas que no es muy sabio meter ahora a los venezolanos implicados en robos, asaltos y extorsión. Encima que se coludirán con los maleantes peruanos para seguir delinquiendo -como se hace ahora-, vamos a tener que mantenerlos mientras dure la prisión preventiva.

Por eso, encuentro más que razonable la propuesta del comandante general de la Policía, José Luis Lavalle, quien sugiere que ni bien se pesquen a los delincuentes venezolanos, estos sean puestos de patitas a la calle rumbo a su país.

De nada le sirve a la Policía sumar más antecedentes de extranjeros; así como a los fiscales, el perder tiempo y dinero público haciendo investigaciones que solo aumentarán la recarga procesal. Queda claro que estamos hablando de robos, asaltos y extorsiones, no de diversos tipos de asesinatos.

Pregúntenles a los fiscales cómo llevan sus procesos penales, en qué condiciones trabajan para perseguir el delito. Si les suman la investigación de los malhechores venezolanos, entonces nuestro sistema de justicia -que de por sí es muy lento- podría empeorar con el tiempo.

En realidad, condenas a un venezolano por robo y encima le vas a tener que dar de comer. Perder la libertad no es un premio, pero esto ya no parecería un sistema de rehabilitación sino de nutrición. Y con el prontuario que manejan, fácil ponen más bravos a los delincuentes locales.

La labor de inteligencia policía debe continuar para prevenir el delito, para evitar que estos criminales sigan atemorizando a nuestra población. Tan igual como al peruano que cae en redadas y operativos, así deberían comenzar a trabajar los agentes del orden.

Ojalá haya algún decreto de urgencia o un proyecto de ley que permita no procesar a los venezolanos o cualquier otro extranjero por delitos como los antes descrito, sino que se les entregue a la justicia de su país natal. Así tratamos de superar nuestros problemas penitenciarios.