No me sorprende la reciente calificación de Venezuela como país “NO LIBRE” por parte de la ONG Freedom House, que opera en EE.UU. En un país donde las libertades fundamentales no existen, ¿alguien podría creerse libre? Casi como Segismundo en la torre adonde fue confinado en la universal obra “La vida es sueño”, del genial Pedro Calderón de la Barca, la libertad es uno de los máximos valores del ser humano, una vez determinada su existencia. Las revoluciones sociales sucedidas a lo largo de la historia de la civilización se han debido precisamente a la lucha por alcanzarla con denuedo. Lo hizo el pueblo judío cuando estuvo oprimido por el Egipto de Ramsés II, con Moisés partió hacia la Tierra Prometida. La buscó hasta el final de su vida Espartaco, que se enfrentó al sistema esclavista romano; la gritó como nadie William Wallace en el momento de su decapitación (1305) en la Torre de Londres para que su pueblo, Escocia, la escuchara y siguiera luchando por su independencia a pesar de la traición de los nobles de Edimburgo; la invocaron las Trece Colonias Americanas, que con George Washington, Thomás Jefferson y Benjamín Franklin llevaron adelante la empresa de la libertad de Inglaterra el 4 de julio de 1776; sediento de justicia por los abusos del Corregidor Arriaga, el iracundo José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, se levantó en Tinta, Cusco, el 4 de noviembre de 1781; y la hizo excelsa como valor supremo de la sociedad internacional contemporánea el Estado Llano en Francia, el 14 de julio de 1789, trayéndose abajo a Luis XVI, su esposa María Antonieta y a la frívola Corte de Versalles, pero sobre todo al Antiguo Régimen que ellos hasta ese momento encarnaron, etc. Maduro jamás ha asimilado nada de lo que estoy escribiendo, estoy seguro, de allí su alto nivel de indiferencia para con el valor de la libertad, pues no es su prioridad
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