Una total falta de previsión ha hecho de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, declare por dos meses a los días viernes como no laborables (asueto) por la falta de energía dada la escasez de lluvias producto del fenómeno El Niño. Es tal el desorden y la falta de cultura de contingencia en uno de los países más ricos del planeta en recursos naturales, que esta medida ha sido tomada hasta con burla por importantes sectores del país llanero. No hay duda de que Maduro ha resultado un incapaz completo para solventar con creatividad y mejor juicio soluciones a este problema que vive el país y que suma al que ya viene soportando por la severa crisis económica. Maduro se ahoga en un vaso con agua y no tiene agallas para superar una crisis de esta dimensión como sí suelen afrontarlas otros Estados en situaciones complejas. Lamentablemente Maduro no da en el clavo y eso lo está haciendo cada vez más vulnerable a una acción desde el frente más interno del chavismo que está prácticamente harto de la situación. Añada el hecho de que en Venezuela una persona puede morir por la negligencia gubernativa de no garantizar el expendio de medicinas básicas. No cabe duda de que Maduro está creando las condiciones en el país para una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar. De producirse no lo será desde las esferas de la oposición sino del propio chavismo y por supuesto desde el sector de militares que ya están hartos de lo mismo en un país donde el costo de vida se ha encarecido notablemente. Creo que Maduro, que sigue mostrándose recalcitrante, está perdiendo el timón del país y eso sí lo puede inexorablemente defenestrar del poder, sea pacíficamente o por la fuerza.