No hay duda de que el fin del chavismo en Venezuela comenzó el pasado domingo, cuando la oposición ganó las elecciones parlamentarias y tendrá más de 100 diputados de los 167 elegidos, obviamente si no hacen fraude quienes usurpan el poder hasta ahora.

Tener una mayoría calificada le significa a la oposición poder censurar ministros, promover un referéndum para terminar con la Presidencia del impresentable de Maduro, además de dar una ley de amnistía para que presos políticos como el líder de la oposición Leopoldo López y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, puedan recuperar su libertad, abusivamente recortada; y por supuesto promover una apertura económica que le permita atraer inversiones, desarrollar su aparato productivo y mejorar el nivel de vida de su gente.

Venezuela, un país rico, con las reservas de petróleo más grandes del planeta, con una producción de 3 millones de barriles diarios, que cuando superaba el precio de los 100 dólares percibía más 100 mil millones al año, empobrecido torpemente por la locura chavista; ahora con un precio de 39 por barril, el país está mas pobre que nunca, además que una buena parte de su petróleo se va a los países del Caribe y Cuba, otra parte importante para pagar la deuda a China, quedándole poco para vender y recibir dinero fresco.

Por eso enfrenta una inflación del 80% y la ausencia de productos básicos son el pan de cada de día.

Con este nuevo Parlamento, Venezuela debe corregir el rumbo y, como dice el himno de Tacna, “mirar de frente al mañana, porque sabe que es fuerza y es luz”.