El mayor y más grave problema de la oposición venezolana es su recurrente incapacidad para solventar una pétrea unidad que le permita doblegar a la dictadura de Nicolás Maduro. Es una lástima. Cuando las cosas comenzaron a desnudar de cuerpo entero al régimen madurista, luego de asumir el poder fraudulentamente a la muerte de Hugo Chávez, fueron Henrique Capriles y Leopoldo López, los protagonistas de las pugnas -es verdad como menos visibilidad-, cada uno queriendo ganar espacios para encumbrarse en su momento como el líder absoluto que simboliza la lucha por la gran liberación. A Capriles no le causó ninguna gracia ver cómo la figura de López, recluido en Ramo Verde, tomaba la forma de emblemática, y más contando éste último, una esposa que se alzaba como una de la mayores activistas por la liberación del cónyuge y de muchos otros presos políticos recluidos en las cárceles del país. Ahora los protagonistas de esa penosa fractura son Juan Guaidó, reconocido como presidente de iure (de derecho) por más de medio centenar de países del mundo, y la exdiputada María Corina Machado. El detonante ha sido, a propósito de la liberación de 110 presos en los últimos días, lo que estaría enmascarando una estrategia chavista para consumar una vez más su objetivo de continuar en el poder, el lanzamiento de la propuesta de un pacto unitario planteado por Guaidó que suponga rechazar los comisiones parlamentarios del próximo 6 de diciembre, luego una consulta popular a la población y, finalmente, adoptar una agenda de acción y movilización nacional contra el gobierno de facto. Para la lideresa de Vente Venezuela, Guaidó no ha dado la talla desde que fue ungido en el cargo de presidente interino. Las rivalidades entre los opositores -todos son cuarentones en promedio-, los hace ver estrellas en su imaginación por el poder y no se dan cuenta que terminarán estrellados porque sus trapitos al aire solo permiten a Maduro mover mejor sus macabras piezas en el ajedrez político del país. La falta de madurez política los está llevando al éxtasis de la desesperación por ganar el preciado espacio de único y mayor protagonista de la resistencia.

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