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El 26 de setiembre último, el joven presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sacó su teléfono celular y se tomó un insólito selfie segundos antes de comenzar a dar su discurso ante la 74° Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU). Instantes después, criticó a este foro con sede en Nueva York por no haberse adaptado a los nuevos tiempos. Dijo incluso que si no se modernizaba, pronto desaparecería, al igual que Kodak, Blockbuster o los dinosaurios.

No pasó ni un mes y la ONU ha dado una gran señal de que las cosas no caminan bien en su seno y de que, como dice el presidente Bukele, hay mucho que cambiar. Por insólito, surrealista y macondiano que parezca, Venezuela ha sido admitida como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pese a que sobre las espaldas del chavismo pesan cientos de presos políticos y miles de muertos por acción de la dictadura impresentable que maneja ese país desde hace casi 20 años.

Irónico que esto haya sucedido cuando apenas en julio último la propia ONU emitió un duro informe que da cuenta de 5287 personas fallecidas en el 2018 y otras 1569 en lo que va del 2019 por “resistencia a la autoridad”. Muchos de estos casos han sido considerados ejecuciones extrajudiciales. El documento fue suscrito por la izquierdista expresidenta chilena Michelle Bachelet, muy conocida en el mundo por su eterna tibia postura ante los crímenes del chavismo.

El mundo y la ONU deben estar de cabeza como para que 105 países hayan votado para colocar a la Venezuela chavista como “ángel guardiana” de los derechos humanos en el planeta, pese a tratarse de una dictadura manchada de sangre y que ha generado una crisis migratoria y humanitaria que también afecta al Perú. Esto es una vergüenza que, obviamente, ha sido calificada como "victoria” por el propio Nicolás Maduro, el más feliz de todos.

Ha hecho bien el Gobierno del Perú, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, en expresar su rechazo a esta elección, que además apuntala a un régimen considerado ilegítimo por varios países. La lucha contra la dictadura chavista ha sufrido un duro golpe en la propia ONU, que confirma que se trata de un foro caduco e inservible que ha desvirtuado uno de los motivos por los que fue creado tras la Segunda Guerra Mundial.

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