El segundo vicepresidente del Congreso, Guillermo Aliaga, de Somos Perú, se encuentra contra las cuerdas y ojalá en las próximas horas el Poder Legislativo a través de la Comisión de Ética, y también su partido, adopten acciones contra este digno representante del actual Parlamento, surgido de la improvisación y de la irresponsabilidad de las agrupaciones políticas y los electores que parece que votaran por salir del paso.

La semana pasada Cuarto Poder había puesto al descubierto la manera en que Aliaga y su familia “hacen empresa”: demorándose tres años en pagar el alquiler del local en el que operan en La Victoria. Sin embargo, lo denunciado el domingo último es mucho más grave, pues vinculan claramente al congresista y a su padre con el accionar de “Los Cuellos Blancos del Puerto”, especialmente con el impresentable expresidente de la Corte Superior de Justicia del Callao, Walter Ríos.

El congresista Aliaga es el mismo que días atrás, durante la semana de representación, se exhibió a través de las redes sociales del Congreso llevando ayuda a gente necesitada en medio de esta pandemia. Antes, este mismo legislador saltó a la “fama” por ofrecer la formalización de los taxi-colectivos, que son un grave peligro para la seguridad de los pasajeros y atentan contra todos los esfuerzos que se hacen por ordenar el tránsito en Lima.

Ayer el congresista Aliaga ha salido de la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales, y eso está muy bien. No se puede tener en ese grupo de trabajo a alguien vinculado a “favores judiciales” pedidos a los “hermanitos”. Habría que ver qué dice el presidente del Congreso, Manuel Merino, de Acción Popular, sobre la permanencia de este cuestionado “padre de la patria” en la Mesa Directiva que encabeza. ¿Sacará cara por él?

Hechos como estos, no pueden quedar en el olvido. El Congreso, Somos Perú y quizá más adelante el Ministerio Público, tendrían que intervenir. Sin embargo, lo visto debe ser un nuevo llamado de atención a los electores. En abril de 2021 volveremos a elegir al presidente y a los congresistas que estarán en funciones en los próximos cinco años, y debemos hacerlo con responsabilidad, no como en enero último, en que el voto ciudadano dio poder a gente dudosa y que poco o nada aporta.

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