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El impasse entre Yeni Vilcatoma y por lo menos dos de sus compañeros de bancada, que finalmente propició su renuncia, debe obligar a Keiko Fujimori a hacerse varias preguntas, entre ellas: ¿qué tanto ha calado el cometido político de Fuerza Popular en sus 73 representantes en el Congreso de la República?

Se suponía que la exprocuradora era un jale de peso que, además, apuntalaba la intención “naranja” de sacudirse de los estigmas de la corrupción y enfrentarla desde la trinchera de su mayoría legislativa; empero -a menos de dos meses de haberse instalado en su curul-, Vilcatoma se dibujó como una piedra en el zapato en los adentros fujimoristas y el viernes por la noche selló con lágrimas su retiro en medio de un proceso disciplinario.

¿Qué ha pasado, entonces? A nuestro entender, o Keiko Fujimori no logra hasta el momento mimetizar a sus congresistas con su mensaje y el quehacer parlamentario o, simplemente, Yeni Vilcatoma necesitaba un ámbito de acción distinto y más exigente que FP y empezó a evidenciarlo con un fastidio que no tuvo retorno.

Es en momentos y disloques partidarios como este -en Peruanos Por el Kambio, la fuerza oficialista, también hay desencuentros- que se abre la necesidad mayor de reforzar las tiendas políticas y trabajar, por ejemplo, en la fidelización de sus adeptos.

Recordemos , además, que a partir del próximo año las agrupaciones con inscripción vigente recibirán financiamiento público directo, es decir, dinero del Estado, para que dejen de ser estacionales y forjen sus propios cuadros.