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Me llaman la atención los que se autodenominan “pro familia”. Y no porque el término me parezca malo. Creo que la familia es un elemento esencial de la sociedad, y es noble estar a favor de ella. El problema está en que quienes utilizan este término lo hacen para negar la existencia de diversos tipos de familia, limitando el concepto a solo las que son integradas por papá, mamá e hijos.

¿Ese es el único tipo de familia? No. Todos conocemos ejemplos que muestran lo limitada de esta visión. Hay abuelos que se encargan de sus nietos porque los padres ya no están, madres solteras que salen adelante con sus hijos, tíos que ayudan a criar a sus sobrinos, niños con dos mamás o dos papás, parejas que deciden libremente no tener hijos, amigos solteros que viven juntos. Los ejemplos quedan cortos. La sociedad nos muestra cada día distintas formas de compartir el amor y formar un proyecto de vida en común. Distintas formas de construir una familia.

Entonces, ¿no deberían ser “pro familia” aquellos que celebran y defienden esta maravillosa diversidad, buscando que todas las familias tengan un marco normativo que reconozca, respete y tutele sus derechos? Porque, como bien señaló el periodista René Gastelumendi, los que actualmente se denominan “pro familia” parecen ser más “pro reproducción”, y destinan mucho tiempo y recursos en imponer un modelo único “tradicional”. Como si reconocer otras familias los amenazara de alguna forma. ¿Tan limitada es la visión que tienen de esta institución social?

Seamos pro familia, pero de verdad; sin que los prejuicios nos cieguen ante la realidad. ¡Vivan todas las familias!