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Perú no pudo tener un mejor arranque preparatorio de cara al Mundial de Rusia. Venció a una selección fuerte, con mucha técnica y figuras descollantes; la venció con claridad, sin confusiones ni aspavientos, golpeando cuando debía hacerlo y replegándose cuando correspondía. Pero lo más llamativo de todo es la comodidad que exhibió por primera vez sin Paolo Guerrero en la cancha.

No se trata de un tema menor, hablamos del mejor jugador de ese grupo y lo hacemos también con absoluta claridad. Cuando Guerrero no estuvo en los partidos de repechaje, su ausencia fue lacerante; se terminó clasificando, pero costó porque, a la ansiedad propia de una situación como esa, se sumó la complejidad de no contar con el arma principal para los partidos más importantes de todo el proceso.

Perú era un equipo complejo sin Paolo, lucía perdido, sin una referencia que se le había vuelto habitual. Para muchos, era claro que sin Guerrero se corría un riesgo tremendo, que si su sanción se hubiera dado antes del repechaje, no hablaríamos quizá de una clasificación a Rusia 2018. Bien, siendo todo eso cierto, llega el momento también de reconocer, quizá con algo de pesar, que la Blanquirroja tendrá que acostumbrarse a no contar con él.

El viernes, en el triunfo ante Croacia, la selección jugó su mejor partido desde el inicio del periodo lejos de Guerrero y lo cierto es que, más allá de las individualidades, del triunfo en sí, de las sociedades, está la capacidad de haber superado su ausencia. La personalidad exhibida en Miami fue descomunal, un temple tremendo que será fundamental en el Mundial, sea cual sea el futuro de Paolo respecto a la selección.

Es evidente que todos deseamos que Guerrero juegue ese torneo, porque se trata de un elemento valiosísimo, que es fundamental en el área, que es el “9” irreemplazable de nuestra selección, pero su futuro es incierto en este preciso instante. Lo mejor que han podido hacer Gareca y sus dirigidos es intentar superar su ausencia por dos razones fundamentales, primero que no es seguro que esté en el Mundial y segundo porque es necesario que este equipo, plagado de jugadores que deberían continuar en el siguiente proceso, se acostumbre a jugar sin la necesidad de apoyarse en un solo jugador.

Hoy toca pensar en Islandia, el próximo rival en esta carrera de preparación. Al igual que Perú, el equipo europeo pretende escribir su propia historia en Rusia 2018; su reputación inmediata lo respalda y la nuestra hace lo propio por nosotros. Será un partido de realidades similares y en el que la bicolor tendrá mucho que aprender. En ese mucho, por supuesto, está la necesidad de seguir asimilando la ausencia de nuestro mejor elemento.