GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3
GF Default - Imported ANS Video id=8fad72e5-655c-428e-943a-9ce73bbf09d3

Uno ve a Vizcarra y lo primero que se te viene a la cabeza es lo mal que elegimos los peruanos. La providencia, o cualquier destino que no sea nuestro voto, nos ha regalado a un Presidente con ganas, que conecta con la gente, que tiende puentes con los partidos y que ya puso las cartas sobre la mesa. Salud, educación, la reconstrucción y la corrupción para el sistema de justicia. Parece fácil, pero es lo que cualquier manual del buen presidente dicta hacer. Nada de interponerse con los fiscales y que los corruptos, comenzando por PPK, vayan a los tribunales; eso sí liderando como jefe de Estado que los atestados y las sentencias se cumplan con prontitud y que el sistema anticorrupción funcione como un puño. En modo Paniagua, digamos. Quien crea que Vizcarra no es político se equivoca de cabo a rabo. Tan político es que acercarse a la bancada de Keiko es lo más acertado que ha podido hacer para garantizar su Presidencia. No lo veo como un rehén, sino como un hábil ajedrecista. Es insensato, y de locos, amenazar a Vizcarra con exigirle que no tienda puentes con dicha bancada, siendo esta la más grande. Para gobernar, se necesitan votos y Vizcarra lo sabe. Y, como lo dijimos en esta columna la semana pasada, los partidos que están en el Congreso tienen que mojarse y sumarse al gabinete para que este barco se maneje entre todos. Es más, tengo la impresión de que la elección de Villanueva no es solo porque fueron muy cercanos gobernando sus regiones, sino que es un portazo en la cara a PPK trazando una línea irreconciliable con él: sí, el premier será el congresista que promovió la vacancia.