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En los momentos de crisis se conoce a la gente como es, decía mi abuela. Nunca tan oportuna su frase. Martín Vizcarra asume la Presidencia con tan solo las maletas que trajo de Canadá. No se conoce su entorno o el nuevo gabinete. Así, con el reto de completar el mandato hasta el 2021 y con un país ensangrentado políticamente, debe empezar de cero. Y con el marcador en contra. Y lo que piden Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea es adelanto de elecciones. Qué irresponsabilidad y qué manera de no estar pensando en el país sino en sus apetitos. Un proceso electoral significaría la estocada final para esta parálisis traumática que ha sido la crisis que terminó con la salida de PPK. Ahondaría en la incertidumbre y la inversión se congelaría hasta conocer a un probable nuevo Presidente. Además, la gente está con la cabeza caliente y asqueada. Los que deben sostener y acompañar a Vizcarra son los partidos. Basta de broncas y conjuras. Vizcarra y los partidos deben sentarse en la misma mesa. Los partidos están en el Congreso para anteponer al país por encima de sus pugnas; ya no en la tribuna esperando a ver cómo hacen para fregar al nuevo Presidente. En el gabinete deben estar todas las fuerzas, en los ministerios deben juntarse los mejores técnicos de todas las tiendas. Ya deberían los líderes estar mirando sus cuadros para ponerlos a disposición de Vizcarra. Esto lo sacamos adelante todos, o el país se nos va por el despeñadero. Y hace bien Meche Aráoz en no renunciar; Vizcarra necesita una vicepresidenta. A los que piden elecciones no les interesa el país y mi abuela les jalará las patas.