“De la Jara es un bombón”, titulaba ingeniosamente el diario OJO un día de agosto de 1981. No era por el encanto, simpatía y dulzura del ministro del Interior del segundo gobierno de Fernando Belaunde Terry, el inefable José María de la Jara, sino por las bombas y atentados terroristas que remecían todo Lima ante la inoperancia del funcionario. Por esos días habían puesto artefactos explosivos en la embajada y la residencia del embajador de los Estados Unidos, las oficinas del Bank of America, la sede de nuestra Cancillería, el ministerio de Trabajo, entre otros, causando destrozos, muertos y heridos. Se le pidió mano dura contra el terrorismo y era uno de los más criticados del gabinete, pero la mayoría (Acción Popular-PPC) del Congreso siempre lo respaldó.
Ha pasado el tiempo y otro tipo de violencia asola las calles de todo el país. Los asesinatos, secuestros, extorsiones y asaltos son cosa de todos los días. Y el ministro del Interior, Víctor Torres solo pide disculpas y se excusa diciendo que “no creo que sea tan fácil lograr un cambio (en materia de seguridad ciudadana) en 3 meses y 20 días que tengo en el cargo”. Toda una declaración de intenciones. Con ello deja en claro que no tiene idea de lo que tiene que hacer para derrotar a la criminalidad.
Pese a todo, como en 1981, el Congreso lo apoya. Un grupo de congresistas anunció que presentará una moción de censura, pero la realidad es que no hay votos para concretar ello. De nada vale que algunos, como el congresista Edwin Martínez, digan que el “Perú quiere un ministro con los h... bien puestos”. Esa esa una frase para la tribuna. Lo objetivo es que no hay firmas suficientes. Otro ejemplo más que no se sirve a la población.