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Lo sucedido en Bolivia, donde la población se hartó de Evo Morales y no soportó que haga un fraude electoral para quedarse en el poder por cuarta vez, debería generar una ola de limpieza en la región, a fin de erradicar a otras dictaduras que lamentablemente se han vuelto parte del paisaje. Me refiero a Venezuela, Cuba y Nicaragua, donde hay opresión, falta de libertades, toma de poderes públicos y eternas y vergonzosas reelecciones.

Así como la Organización de Estados Americanos (OEA) ha jugado un rol vital al denunciar el fraude electoral de Morales y generar su renuncia, podría tener una participación más activa y decisiva frente a los gobiernos de los mencionados países que están en manos de tiranías de izquierda impropias de estos tiempos. En el caso de Cuba, Raúl Castro y su camarilla podrán estar fuera del poder al menos en teoría, pero en la práctica todo sigue igual. De Venezuela, ni qué decir.

Un caso discreto pero no menos escandaloso es el de Nicaragua, donde Daniel Ortega cree que está en su chacra y hace lo que le da la gana. Junto con su esposa controla todos los poderes con sus amigos y familiares. Los medios de prensa han sido pisoteados y las libertades recortadas; sin embargo, ahí sigue el régimen que entró al poder a través de elecciones, pero que no tiene cuándo irse. Una típica dictadura de estos tiempos.

Se puede estar a favor o en contra de un gobierno de izquierda como el de Andrés Manuel López Obrador, en México; o con el de Alberto Fernández, aliado de Cristina Fernández, en Argentina, pues la gente los eligió y así es la democracia. Sin embargo, en Venezuela, Cuba y Nicaragua existen dictaduras impresentables que deberían ser erradicadas, tal como ha sucedido en Bolivia, donde hasta el momento se está respetando la sucesión constitucional.

Mientras tanto, en el Perú, será muy interesante ver en la etapa previa a las elecciones de enero a diferentes candidatos hablándonos de democracia y de derechos humanos, luego de haber apoyado a los tiranos que reinan en los países mencionados y de lamentar la caída de Morales, quien resultó un ladrón de votos y de la voluntad popular. Los electores debemos tomar nota de sus nombres si queremos tener un Congreso de calidad.