No hace falta realizar grandes recorridos para encontrar uno de los síntomas más despreciables de la violencia: la agresión contra una mujer. Son las once de la mañana del jueves y Correo Semanal visita el Centro de Emergencia Mujer (CEM) de San Juan de Lurigancho. En el lugar ya hay cuatro señoras dispuestas a notificar las agresiones de sus parejas. Llegaron ahí porque están hartas, cansadas de que atenten contra ellas física o psicológicamente. Algunas presentan las marcas de la noche anterior. Otras, las heridas mentales que causa un insulto, que duele tanto como un golpe.

"Me llamaba puta. Anda vete con tu querido", cuenta 'Isabel', como llamaremos a esta mujer para preservar su privacidad. "Me agarraba a cachetadas, yo le tengo miedo", dice sobre su 'pareja', ese hombre que trabaja en construcción, con cachuelos intermitentes que le permiten cubrir los gastos básicos y adquirir alcohol.

"Él viene borracho y me agrede. No quiero que me siga pegando, por eso lo denunciaré", comenta ella, que es madre de dos niños, habitante de un asentamiento humano de la zona de José Carlos Mariátegui, una de las áreas más pobres y pobladas de San Juan de Lurigancho.

Isabel, quien ha visto vulnerados sus derechos de la manera más abusiva, tiene terror a ser reconocida. "No quiero que me hagan nada, por favor... no quiero más golpes", comenta. Voz bajita, como un susurro acongojado.

El caso es solo una pequeña imagen del problema que también es cotidiano en la comisaria 10 de Octubre, en el mismo distrito de Lima Este. A la dependencia llegan sollozando las víctimas. Los policías toman apuntes como si se tratara de una rutina. "Al día vienen unas diez mujeres a denunciar a sus maridos porque las maltratan. La mayoría acusa agresiones psicológicas", dice uno de los oficiales cuando le consultamos por la frecuencia con que ellas van a plantear sus quejas.

LAS CIFRAS SON CRUDAS. El año pasado los CEM, dependencias del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp), atendieron en sus doscientas sedes en el ámbito nacional a 42.878 mujeres afectadas por la violencia familiar y sexual. El 50% refirió agresiones psicológicas, 39% físicas y 11% sexuales.

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