Anthony Choy es un hombre de ciencia. Pero no se considera científico, por eso no se viste como tal. Es abogado y ufólogo, y esta tarde usa un jean azul, zapatillas para caminar por terrenos rocosos y un chaleco con el símbolo de "Proyecto 33" –agrupación que fundó en 2009 para indagar sobre sucesos paranormales-. "¿Nos vamos a Chorrillos, verdad?", pregunta mientras nos encaminamos al Planetario del Morro Solar, buscando un espacio propicio para hablar sobre su historia con los ovnis y lo que piensa acerca de la reciente reapertura del Departamento de Investigación de Fenómenos Aéreos Anómalos (Difaa), donde él fue uno de los primeros profesionales convocados cuando se fundó en 2001 bajo las siglas de Oifaa.

EL DESPERTAR DEL INVESTIGADOR. Era 1994. Anthony se había graduado de la Facultad de Derecho. Como buen lector, curioso e infatigable, cuenta que un día de compras librescas se topó con un ejemplar muy peculiar del doctor Brian Weiss, que versaba sobre las regresiones –una suerte de hipnosis usada para hacer que una persona recuerde acontecimientos de su supuesto pasado-. Tras comprarse el libro y leerlo de cabo a rabo hasta convertirse en un experto en el tema, en octubre de 2009 una amiga suya le pidió que le realice una regresión. "Cuando ya estaba hipnotizada me comenzó a decir que había sido raptaba por dos seres de un metro cuarenta, de ojos almendrados y cuerpo raquítico, más conocidos en la ufología como los 'grises' –una especie de alienígenas-. Y es ahí que surge mi interés por el tema", recuerda Choy.

Desde aquel día empezó a compartir su tiempo entre la abogacía y la investigación de fenómenos extraterrestres. Con una sonrisa asegura que sus aventuras han sido muy complacientes. Apasionado confeso de todo lo que haga referencia a lo que habita fuera de este mundo, afirma que, aunque suele emocionarse con facilidad frente a cualquier nuevo descubrimiento, nunca deja de cuestionarse a sí mismo, buscando siempre distinguir lo real de un montaje. "Sea verdadero o falso, el hecho se debe revelar o desmentir. Contra un hombre honesto nadie puede pelear, por eso es que estoy en la ufología", declara.

EL INCIDENTE DE CHULUCANAS. En el año 2001 un ovni sobrevoló el distrito de La Molina, y esto se vio en la televisión en vivo y en directo. La noticia cubrió las primeras planas de los diarios al día siguiente. Fue ese suceso, recuerda Choy, el que motivó a la Fuerza Aérea del Perú (FAP) a crear a fines de diciembre de ese año la Oficina de Investigación de Fenómenos Aéreos Anómalos (Oifaa), unidad que fue relanzada en octubre de 2013 como Difaa.

Choy, con la emoción intacta, rememora su primera misión como miembro de la entonces Oifaa, cuando junto a un equipo de siete personas investigaron el avistamiento de ocho ovnis que sobrevolaron Piura de noche en octubre de 2001, hecho que es recordado por los investigadores como el famoso "incidente de Chulucanas".

"En noviembre de 2002 nos reunimos los entonces integrantes de la Oifaa con los altos mandos de la FAP porque a ellos les preocupaba la reacción de los medios frente a lo descubierto, y cómo esto iba a afectar a su imagen institucional", revela el ufólogo, quien fue el que finalmente se atrevió a hablar sobre este hecho una tarde de febrero de 2003, aprovechando una invitación a una radio nacional. "Si esperaba que la FAP lo autorice nunca se sabría de lo ocurrido en Chulucanas", asegura justificando su decisión. Aquella vez, recuerda Choy, se encontraba junto a él el entonces jefe del Departamento de Investigación Aéreo Espacial (Dinae), el coronel José Rafo Oloche, quien se encargó de interrumpirlo para que no se explaye. "Fue luego de esto que muchos medios fueron a la FAP para cuestionar los hechos, pero no fueron atendidos", comenta.

Choy asegura que fue aquella revelación la que marcó el comienzo del fin de la Oifaa. Los investigadores convocados, que hacían su labor ad honórem, dejaron de ir poco a poco, hasta que a finales de 2005 la oficina cerró definitivamente.

LA DIFAA, ¿UNA FACHADA?. Reabierto en octubre de 2013, el Departamento de Investigación de Fenómenos Aéreos Anómalos tiene como actual director al coronel de la FAP Julio Vucetich, quien afirma que su departamento tiene hoy el fin de analizar "denuncias, ocurrencias y avistamientos de ovnis, meteoritos y basura espacial".

El actual equipo de la Difaa está conformado por ocho especialistas y siguen, como lo hicieron años atrás, trabajando sin cobrar un centavo. Sin embargo, para Anthony Choy esta labor sería solo una táctica de la FAP para preservar su imagen institucional. Según el ufólogo, si bien la institución incentiva la recepción de información, se niega a revelarla públicamente por miedo a la reacción de la ciudadanía.

"Yo tengo una teoría -dice el ufólogo-. El Difaa es un organismo de fachada. Llego a esta conclusión porque he trabajado ahí antes, y he conversado con pilotos e historiadores sobre el fenómeno ovni. (Ocultar lo que se sabe sobre este tema) Es un asunto de seguridad nacional. Tiene que ver con la estabilidad y el orden social de cada país. Esto está sustentado por investigaciones de la Universidad de Rochester desde el año de 1947 hasta nuestros días, y ha sido la línea de conducta que siempre se ha seguido frente a este fenómeno", advierte el ufólogo.

Pese a no tener mayor contacto con la FAP o su departamento actualmente, Choy asegura no haberse alejado de sus investigaciones. Además de conducir el programa Viaje a otra dimensión, a través de Radio Capital, en el que comparte historias de ovnis y otros asuntos paranormales, dirige la Asociación Peruana de Ufología (APU). Ahí el experto, junto a seis ufólogos más, investiga sobre avistamientos y actividades de platillos voladores registrados en el país. "Nuestro objetivo es investigar, analizar hechos reales y darlos a conocer. Las personas tienen que saber lo que ocurre y no se les debe ocultar nada. Esa es nuestra prioridad", finaliza. Foto: Tatiana Gamarra

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