La Escuela Cusqueña y el arte imperial en los ojos del mundo

La ciudad del Cusco es vasta en cuanto a expresiones de arte se refiere, Cusco es crisol de lo mejor del mundo europeo y el mundo incaico, que juntos dejaron inconmensurable valor patrimonial, que se perpetúa hasta nuestros días en mediante una serie de representaciones pictográficas y obras de arte.

Y justamente, hablando sobre el inmenso legado que nos dejaron quienes estuvieron antes que nosotros, hallamos la obra de la denominada Escuela Cusqueña, una corriente de artistas “"indios"” como se les denominaba entonces, que plasmaron lo mejor de la enseñanza de sus maestros españoles, con nuevas técnicas y representaciones que solamente se pueden encontrar en esta escuela, el resultado: miles de obras de arte de valor incalculable, que adornan las iglesias de nuestra región y que guardan características tan destacadas que no pueden ser halladas en ningún otro lado más, alrededor del mundo.

Parte de este legado, es el que transporta a miles de visitantes al año, especialistas en arte, curadores de obras y hasta artistas, que viajan centenares de kilómetros a fin de apreciar el origen de esta escuela y la cuna que lo representa, siguiendo con fervor, todo un trayecto o camino, que comienza en la Catedral del Cusco y que halla final en pequenos templos diseminados en los pueblos más recónditos de Cusco.

El pintor más original e importante de esta corriente es sin duda Diego Quispe Tito, nacido en San Sebastián, en el siglo XVII. Es en la obra de Quispe Tito que se prefiguran algunas de las características que tendrá la pintura cusqueña en adelante, como cierta libertad en el manejo de la perspectiva, un protagonismo antes desconocido del paisaje y la abundancia de aves en los frondosos árboles que forman parte del mismo. El motivo de las aves, sobre todo del papagayo selvático, es interpretado por algunos investigadores como un signo secreto que representa la resistencia andina o, en todo caso, alude a la nobleza incaica.