Claves para entender las protestas en Brasil
Claves para entender las protestas en Brasil

"La voz de la calle debe ser escuchada". Fueron las palabras de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, luego de que el lunes 18 marcharan por las principales calles cariocas cerca de 250 mil ciudadanos protestando por el alza de los pasajes en los medios de transporte que ofrecen un servicio insuficiente, malo e inseguro.

Las autoridades de Sao Paulo, donde se originaron las protestas, de Río de Janeiro y de multitud de otras localidades se echaron atrás en la subida, que fue la gota que colmó el vaso para millones de brasileños que ven pasar su vida por la ventana del transporte colectivo.

Rubens Rugani, de 24 años, tarda por lo menos una hora en recorrer tan solo 11 kilómetros hasta su trabajo en el centro de Sao Paulo, eso con tránsito normal, es decir, sin accidentes o sin la lluvia que en el verano llega prácticamente todas las tardes. Rugani, que gasta un 30% de su sueldo tan solo en ir a trabajar, vive en el Barrio Freguesía do O, que pese a ser uno de los más antiguos de la ciudad carece de línea de metro. Los billetes cuestan 3 reales (unos 1.36 dólares), mientras que el salario mínimo es de 678 reales (unos 339 dólares).

CAOS EN EL TRANSPORTE. La red de metro, con poco más de 74 kilómetros, es considerada insuficiente para atender la demanda de una población de más de 11 millones, más los municipios adyacentes. En Ciudad de México, una urbe latinoamericana que sería comparable, el metro tiene 226 kilómetros, mientras que el de Santiago de Chile, una ciudad mucho menor, tiene 103 kilómetros. Ese caótico sistema tiene un costo. Según datos del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA), una entidad oficial, los perjuicios suman 26.800 millones de reales (unos 12.000 millones de dólares) al año, en términos de accidentes, problemas de salud por la contaminación y las horas perdidas viendo el tiempo pasar dentro de un vehículo.

JÓVENES EN LAS CALLES. Los manifestantes son, en su mayoría jóvenes, educados y de clase media, quienes expresan su indignación por el aumento del costo de vida y la mala calidad de los servicios, en momentos en que el país, mundialmente famoso por sus programas sociales que sacaron a millones de la pobreza, registra un decepcionante crecimiento económico y una inflación en alza.

Las protestas, que han dejado perplejo al gobierno y a la clase política, comenzaron exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el Mundial 2014. Estas son las mayores protestas en dos décadas en Brasil, un país donde la población no acostumbra salir a las calles a expresar su descontento.

PELEA DE CRACKS. El astro del fútbol, Pelé, recibió una andanada de críticas pues pidió "olvidar las protestas" que existen en el país, palabras que enfurecieron a otra estrella del fútbol, Romario. El exbarcelonista, quien actualmente es diputado federal por Río de Janeiro, no esquivó las preguntas sobre las palabras del astro y respondió con dureza: "Que se calle la boca", dijo en rueda de prensa. Y agregó: "Prometí nunca más hablar de Pelé, porque Pelé habla tanta mierda cada día. No tiene conciencia de lo que está pasando en el país". Pero Romario y Pelé no fueron los únicos que se pronunciaron. Ronaldo, quien forma parte de la organización del máximo torneo que se disputará el 2014, dijo que "la Copa es una oportunidad increíble para Brasil de atraer atención, inversión, turismo y otras mil cosas" y dudó que del país "estuviera mejor si no lo hubieran seleccionado para realizar el Mundial de 2014". Mientras que Rivaldo y también parece estar Neymar, la joya emergente. "Es una vergüenza estar gastando tanto dinero para este Mundial y dejar los hospitales y escuelas en condiciones precarias", escribió en su cuenta de Twitter el enganche que ganó la Copa del Mundo en 2002. Neymar, en tanto, ya había manifestado su apoyo a las protestas: "Quiero un Brasil más justo, seguro y honesto", admitió.

SIGUEN EN LAS CALLES. Unas cuatro mil personas participaron ayer en Río de Janeiro de una protesta contra una enmienda constitucional que estudia el Congreso brasileño para reducir los poderes de investigación del Ministerio Público y que, según los manifestantes, puede favorecer la impunidad.

Los manifestantes se concentraron la tarde del domingo en la famosa playa de Copacabana y marcharon por el paseo marítimo hasta las vecinas Ipanema y Leblón, en donde se juntaron a un pequeño grupo que acampa hace dos días frente a la residencia particular del gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral.

Pese al reducido número de participantes, la protesta en Río de Janeiro fue la mayor entre las realizadas ayer en al menos 17 ciudades como parte de las manifestaciones que movilizan a los brasileños.

La marcha de ayer, que se desarrolló de forma pacífica y sin ningún incidente con la Policía, reunió un grupo ínfimo en comparación con las 300 mil personas que participaron en la noche del jueves en una multitudinaria manifestación en el centro de Río de Janeiro.

A pesar de que los brasileños continúan saliendo a las calles para protestar y a que las manifestaciones son apoyadas por el 75 % de la población, las movilizaciones vienen perdiendo intensidad y participación desde el jueves, cuando movilizaron a cerca de 1.2 millones de personas en un centenar de ciudades.

REUNIÓN CLAVE. La presidente brasileña, Dilma Rousseff, se reunirá hoy con los gobernadores y alcaldes de todo el país para discutir el Pacto Nacional por la mejoría de los servicios públicos que propuso en respuesta a las manifestaciones que sacuden a Brasil desde hace dos semanas.

La jefa de Estado invitó para el encuentro a los gobernadores de los 27 estados del país y a los alcaldes de las capitales regionales.