Coffee-table… nothing
Coffee-table… nothing

"Hasta cuándo vamos a seguir con estos librazos que nadie lee", le escuché decir a un empresario por fin sensato.

La cantidad de libros de gran formato, repletos de maravillosas fotografías que hoy se publican en el Perú, son testimonio de nuestra poco incluyente riqueza. Mineras, AFPs, aseguradoras y bancos publican estos libros, que los ejecutivos se regalan entre sí. Los coffee-table books compiten con el whisky, el pisco y las delicatessen gastronómicas para Navidades y Fiestas Patrias; a veces los grandes libros van incluidos en las canastas.

Pingüe negocio para editoras y un regalo amable para una burguesía que en general no lee y que bosteza ante un libro lleno de letras. Más aún se considera que un joven lector ha de tener algún problema sicológico o apunta a la homosexualidad; si lo que tal joven lee es poesía o filosofía o hasta religión, ya estamos ante un caso siquiátrico. Goebbels sacaba la pistola cuando le hablaban de cultura; nosotros mandamos a nuestros hijos a que los medique algún siquiatra.

No está mal que se publiquen siquiera estos grandes libros con tapa dura y repletos de fotografías. Lo cierto es que no llegan a las bibliotecas escolares ni universitarias. El dinero que en ellos se emplea podría servir para editar libros que lleguen a colegios y universidades, o inclusive para importar libros como las colecciones extraordinarias de la editorial Cátedra en España, o los grandes libros de Aguilar, que ahora se imprimen en China.

En mis años de universitario, el gran editor del Perú fue don Juan Mejía Baca, que me honró con su amistad. Don Juan me llevó donde Martín Adán y con él editamos un disco gracias a que Jorge Harten, de Popular y Porvenir, comprendió la importancia del proyecto. Ese disco ha sido reeditado ahora junto con la Obra Poética de Adán, que todavía se encuentra en librerías y que fuera editada por Ricardo Silva Santisteban y la Universidad Católica.

Silva Santisteban es hoy el gran editor del Perú -sea esto dicho sin desmedro de otros. "El Manantial Oculto", que viene editando el Dr. Silva Santisteban, tiene el merecido aprecio de todos los que leemos en castellano. Me consta que los libros llegan sin costo alguno a bibliotecas en todo el mundo, incluidas bibliotecas de provincia en el Perú. Se trata de ediciones sobrias y correctísimas de clásicos castellanos y universales. A él le debemos ediciones de Vallejo, Eguren, Valdelomar..., además de traducciones notables de algunos clásicos universales.

Si buscamos un país de lectores, de gente bien informada y sensible a las grandes cosas espirituales, si queremos tener verdaderos ciudadanos pensantes, entonces creo que el apoyo de empresas y del Estado debe ir a solventar esfuerzos editoriales como los de Ricardo Silva Santisteban. Libros sin aspavientos pero de primera calidad para nuestros jóvenes. Que las tragedias de Esquilo, por ejemplo, lleguen a las universidades y bibliotecas de todo el Perú, esto es de gran valor.
Me dirán que ¿para qué libros si no hay lectores? Precisamente, si no hay libros, nunca habrá lectores. Y "lectores seremos los mismos pocos de siempre", me dijo alguna vez María Mercedes Carranza, esa linda poeta de Colombia. Pero esos pocos serán el fermento, la levadura de una sociedad pensante del futuro.