Comandos de la FAP entrenan para el VRAEM
Comandos de la FAP entrenan para el VRAEM

El combate contra los narcoterroristas en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) requiere de un fuerte entrenamiento. Por ello, numerosos comandos de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) se preparan todos los días para afrontar una guerra de baja intensidad en esta zona, que se ha convertido en una especie de laboratorio, donde deben poner en práctica lo aprendido en los cuarteles.

Al VRAEM no va la tropa, como dicen en el Ejército. Las patrullas de la FAP están conformadas por personal que ha sido formado en las escuelas de oficiales y suboficiales y que, además, ha llevado un curso de comando, durante un año, en el Grupo de Fuerzas Especiales.

Durante su entrenamiento se especializan como francotiradores, paramédicos, expertos en técnicas de rescate de aeronaves, manejo de explosivos, comunicaciones y en salto en paracaídas. Cada uno de ellos cumple una tarea específica en la patrulla.

CONSTANTE APRENDIZAJE. Desde el 2008, cuando las Fuerzas Armadas ingresaron a patrullar en el VRAEM, los efectivos de la FAP permanecen en la zona durante cuatro meses al año, pues se turnan con los miembros del Ejército y la Marina.

"El VRAEM nos ha costado muchos muertos y heridos, pero también hemos aprendido bastante", dice uno de los comandos, aunque reconoce que los narcoterroristas también han aprendido más.

Uno de sus fallecidos fue el suboficial Carlos Ventura Barbarán (29), abatido el 2010 cuando una columna terrorista atacó a una patrulla en la localidad de Sacsacancha, provincia de Concepción, Junín.

Más que musculatura, lo que persigue el entrenamiento antes de ir al VRAEM es resistencia física, advierte un alto mando. Buscan que los comandos aguanten el hambre, la sed, el cansancio, el frío, que puedan sobrevivir en condiciones adversas, resistir las emboscadas y sobrevivir al fuego cruzado. "La clave es concentrarse en el objetivo", afirma.

Por ello, los agentes están en constante entrenamiento, antes, durante y después de ir al VRAEM. Toman cursos de sobrevivencia en alta montaña y en la selva, natación, tiro con fusil, salto en paracaídas, entre otros.

Lo que motiva a estos jóvenes de entre 20 y 33 años a arriesgar sus vidas en la lucha contra el narcoterrorismo, a pesar de diversas limitaciones, según cuentan ellos mismos, es que les gusta lo que hacen y que entre ellos se tratan como una familia.

En el llamado infierno verde, los narcoterroristas no son los únicos enemigos de los comandos, también lo son los mosquitos y las enfermedades típicas de la zona.

La tecnología se convierte en un aliado, como los visores para ver de noche y el alimento en polvo, que contiene los nutrientes necesarios para reponer las energías.

Indio, Rata, Cholo, son algunos de los indicativos (apodos) de los jóvenes que estuvieron en el VRAEM y que aparecen en la foto del recuerdo con sus patrullas. Pocos sonríen, sus rostros expresan dureza.

No hay ninguna mujer en las fotos de las patrullas. "No estamos preparados para ello. No es que esté prohibido su ingreso, pero nunca han intentado entrar y nunca lo hemos pensado", reconoce un alto mando.

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