Están en todas partes. Si nos detenemos por un momento en las calles, nos damos cuenta de la gran cantidad de paneles, carteles, banderolas y afiches publicitarios invaden las calles de la ciudad generando contaminación visual, considera un problema que distrae y altera a los transúntes.
La saturación de estos mensajes publicitarios, imágenes y colores que son expuestas en todas partes de la ciudad confunde a las personas, pues perturban la tranquilidad de transeúntes y, sobretodo, de conductores que están expuestos a algún accidente a causa de estos elementos que nos apartan de la realidad.
Según el psicólogo Pablo Herrera, el bombardeo de avisos publicitarios afecta seriamente la salud mental de las personas, generando la alteración del sistema nervioso, pues el marco visual capta inconscientemente estas imágenes, formas y colores llamativos de las publicidades que quedan grabados en la memoria.
Con el paso del tiempo, la percepción de estos gráficos origina cansancio visual en las personas, debido a la cantidad de información que reciben por los órganos sensoriales, en este caso por los ojos. Por ello, muchas personas caen en situaciones de estrés como el desgano, dolores de cabeza, irritación, entre otros.
Ciro Gómez Castillo, ciudadano ayacuchano, menciona que los avisos publicitarios de las calles, perturba la visión de las personas, generando distracción y que deberían ser retirados. A diario, muchas personas se ven afectadas por este problema, pues las calles se ven contaminadas por diversos anuncios que no están siendo regulados.
"Urge un estudio, análisis y mayor control de la contaminación visual que ocasiona la publicidad y propaganda en la región", enfatizó el ciudadano.
Una problemática que parece "pasar desapercibida" por las autoridades y la población; pues la contaminación visual se va incrementando cada vez más en la región y no se crean políticas públicas que regulen este tipo de publicidades que, sin lugar a dudas, cada vez va afectando el bienestar social de la población.
NO HAY CONTROL. En una "salvaje" sociedad de consumo que cambia permanentemente y que actúa sin conciencia social, la aparición y sobresaturación de estos contaminantes se convierten en problema de salud pública. Esto se evidencia, tanto en poblaciones rurales como en aglomeraciones urbanas de mayor densidad. Pero lógicamente es en las metrópolis, donde todos estos males se manifiestan más crudamente.
A las autoridades no les importa esta situación y poco a poco todos estos elementos descriptos, que parecen ser irrelevantes, influyen negativamente sobre el hombre y el ambiente, disminuyendo la calidad de vida.