“¿Cuándo vas a salir?”, escucho que el abuelo de Yasmin (20) le dice mientras la abraza y ambos lloran por su reencuentro dentro del penal de Jauja. Ella está internada allí porque hace más de dos años fue sentenciada a 7 años de prisión por atacar a otra joven en una discoteca en Pichanaqui. Estando ebrias, le cortó la cara. “Pelea de chiquillas que acabó mal”, comenta Rosa, la mamá de Yasmin, que sonríe pero también llora cuando la abraza. Rosa llegó desde Chanchamayo para verla actuar, esta vez no como cuando era niña en la escuela. Yasmin interpretaba el papel de una diabla en un sociodrama sobre alcoholismo y su familiares ingresaban al patio penitenciario.

CELEBRACIÓN. Una hora en ómnibus y 5 minutos a pie separan a Huancayo del penal de mujeres en Jauja. No es un día cualquiera, dentro del recinto, 94 mujeres celebran el Día de la Madre. 93 de ellas lo son y 9 viven allí junto a sus pequeños hijos que no superan los tres años de vida. De todas, un numeroso grupo participó del concurso de danza moderna y tradicional mientras otras atendían la feria de manualidades, gastronomía y más que se desarrollaba paralelamente. Eugenia (36), por ejemplo, estaba junto su esposo Hugo que fue a visitarla y a ayudarla para vender causa de pollo que preparó por este día. Eugenia fue trasladada a Jauja desde la región Puno hace meses. Está internada por tráfico ilícito de drogas por tres años y dice que por lo menos le queda uno más. “Hay que aprovechar”, dice.

CAMBIO. La ex teniente Pnp Carla Valle, internada por presunto tráfico de drogas, con algunos kilos de más, hacía gala de los pasos de baile a ritmo de reggeaton, salsa y hip hop. A ella también la visitó su mamá y hermano. Cada vez que la veían actuar, porque también bailó ‘San Sebastián de Matahuasi’ la aplaudían con emoción.

La canción de Romeo Santo ‘Amor de madre’ amenizaba lo que parecía una feria dominical. La única diferencia es que estábamos ‘encerrados’. Normalmente, las internas están distribuidas en tres pabellones A, B y C y ayer eran ‘libres’ para participar en el concurso de baile. Noemi Mamani (50) se caracterizó de morena para participar de una danza donde había un skecht de corrida bufa. “Soy inocente y sigo aquí”, dijo la cusqueña que hace 2 años está presa porque cuando transportaba mercadería agrícola en un camión le encontraron insumos para preparar droga. “Ni sabía lo que era eso”, dice mientras se alista para entrar a escena. A unos metros de ella, en un stand de manualidades, unos ojos claros resaltan. Es la limeña Anaís (29) junto a la chanchamaína Silvia (39). Ellas venden peluches y almohadas que confeccionan en el único taller del penal y los venden desde S/.25. Les pregunto por qué están aquí y responden: “Porque somos mansas palomitas”, luego sonríen para añadir que nadie es perfecto. “Todos cometemos errores”, dijo Silvia mientras abraza al pequeño Fernando (1) que vive con ella desde hace semanas.

lejos. Las colombianas Betzy y la Sra. Parco también son presidiarias. La primera lleva año y medio y la segunda un mes. Ambas siguen siendo procesadas por lavado de activos y el hijo de la última la visitó y cantó un tema colombiano. “Contigo mamá”, le dijo y lloraron juntos.

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